Nada más confirmarse la designación de
Jaime Mayor Oreja para encabezar la lista del Partido Popular a las elecciones del Parlamento Europeo, los dirigentes socialistas tuvieron la ocurrencia de calificar su personalidad de antigua en contraste con la modernidad de sus propias propuestas. Estos progresistas de salón no parecen conscientes de que pertenecen a una idea anacrónica anclada en la demagogia decimonónica de
Pablo Iglesias, prorrogada en la agresividad de
Largo Caballero, llamado el
Lenin español y, hoy en día, con
Zapatero empantanado en la Ley de la memoria histórica y en el recuerdo ectoplásmico de su abuelo. Ignoran que el muro de Berlín cayó en el siglo XX afectando a todas las ideologías inspiradas en la I y II Internacional y no solo al fracasado comunismo. Su desfasada visión del momento se manifiesta en las ineficaces medidas con que intentan hacer frente a una crisis económica.
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Frente a este vetusto historial, Jaime Mayor presenta el perfil más actual de los políticos europeístas de nuestro tiempo. Es un político como se lleva en Europa, solvente y experimentado. Un hombre de nuestros días con principios humanistas que tienen precedentes en los fundadores de la nueva Europa nacida después de la II Guerra Mundial y que nos llevan por el camino de la integración de pueblos libres y avanzados y enlazado con el espíritu de concordia de la transición española. El lenguaje de Mayor se puede entender desde la óptica de
Merkel o
Sarkozy y no desde el tercermundismo de
Chávez o los
Castro. Se trata de un político plenamente actual, con el estilo sereno de las mayorías predominantes en el siglo XXI y no con el lastre de prejuicios doctrinales envueltos en un talante melifluo y embustero. Así es y por eso su designación ha dolido al trío retrógrado disfrazado de progresismo que constituyen Zapatero,
Blanco y
Pajín.
Si (
No(
