No falta nada: la historia de los presuntos espionajes en la Comunidad de Madrid tiene todos los ingredientes de una película de James Bond. Hay buenos y malos, chica escultural y sofisticados mecanismos tecnológicos que se aplican al arte de vigilar. La trama no está muy clara todavía, pero es cuestión de tiempo que el Scotland Yard patrio se ponga a ello y desfaga el entuerto. Lo que aún no es seguro es si la cosa tiene que ver con Inteligencia o con algún “listo”. En todo caso, el serial tiene muy entretenida a la prensa, y mucho más a la clase política. Algunos de los protagonistas aparecían estos días en fotos con claros signos de agotamiento; la procesión iba, además de por dentro, pintada en su cara.
Son varias las preguntas que surgen, ante los hechos publicados -y ya se sabe que, como dijo Felipe González, no es lo mismo la opinión pública que la opinión publicada-: por un lado, ¿cómo puede ser que los servicios de vigilancia del Ayuntamiento de Madrid no se dieran cuenta de que el vicealcalde estaba siendo vigilado?. Podrían haber sido elementos de un grupo terrorista, en lugar de espías de más o menos calidad.
Y otra: ¿es una única trama de espías, o son varias superpuestas en el tiempo? Porque los responsables políticos de Interior en la Comunidad de Madrid han cambiado en el último año, y esas tareas las han asumido personas diferentes. Más: ¿Son los conocidos hasta ahora los únicos espiados? ¿O hay, como es más probable, una larga lista de investigados de la vida política y, tal vez, de otros sectores, como el periodístico o el empresarial? ¿Quiénes serán los siguientes? ¿Qué dicen en realidad los informes que resulte interesante?
En la Comunidad están más que preocupados, con el alma en un hilo hasta ver con qué titular se despacha al día siguiente el asunto en la prensa. Y el tema es lo suficientemente serio como para que lo estén. De hecho, la duda ahora es ver si, al final de la película, serán una o varias las cabezas que rueden.
Si (
No(
