El milagro de la Puerta del Sol

No deja de tener su aquel que después de casi siete años de obras al tran tran y casi con moviola sea la misma administración ralentizadora la que pise el acelerador con sus millones para llegar a las próximas campanadas con un kilómetro cero que ya casi ni recuerdan los más viejos del lugar. Pero el Plan de Financiación Local es lo que tiene: los millones de Zapatero – que parece que se los ha rascado él de su bolsillo – van a servir para acabar en superficie una obra proyectada por el Ayuntamiento de la Capital mientras que a dos metros bajo tierra se ha tardado lustro y medio. Ni siquiera el altar mayor de la iglesia del Buen Suceso imaginó semejante milagro.

Pero bien está lo que bien acaba. Los comerciantes de Centro están en plan Santo Tomás. Es decir: incrédulos hasta el final. Lo que en el Santo fue meter una mano en la llaga en su caso es meter una mano en la zanja ya que no se creen que en otoño se acabe todo por arriba y por abajo. Los taxistas están en plan San Pedro y esperan que el ayuntamiento les niegue tres veces la única parada de taxis en la Puerta del Sol. Andará cerca pero no estará donde está. Y eso siempre incomoda tanto a los profesionales, como a los usuarios. Y el resto de los madrileños estamos en plan Sandokán: después de haber emulado las novelas de aventuras de Emilio Salgari sorteando todo tipo de vallas, obras, zanjas y gymkanas ya nos hemos acostumbrado a esta especie de ‘pista americana’ en la que se había convertido la plaza. Todo sea, que para las próximas campanadas más de uno vaya todavía con casco.