Homenaje a la UMD

El Congreso de los Diputados ha aprobado una proposición no de ley en la que insta al gobierno a rendir homenaje a los miembros de la Unión Militar Democrática (UMD) por su compromiso y sacrificio personal en la lucha por la democracia. En el texto finalmente aprobado, previa negociación moderadora del grupo socialista, se ha suprimido el segundo punto de la proposición original, registrada en mayo de 2008 por iniciativa de Izquierda Unida, en la que se pedía también fijar indemnizaciones por las medidas represivas adoptadas contra estos militares demócratas.

La iniciativa se ha aprobado por mayoría de todos los grupos y ha contado con la abstención del Partido Popular. A nadie se le oculta que este tercer intento de reconocimiento parlamentario de la UMD, después de los dos fracasos cosechados en iniciativas anteriores por la posición en contra de los gobiernos del PP y del PSOE, ha prosperado en gran medida debido a la incómoda situación de minoría parlamentaria en que han quedado los socialistas después de los resultados electorales en Galicia y País Vasco. También ha pesado los reconocimientos que desde otros ámbitos en España y Portugal se vienen haciendo a la memoria de la UMD, como el premio Fundación Abogados de Atocha concedido recientemente. En todo caso, esta consideración en nada desmerece la importancia de la resolución acordada por los parlamentarios el 1 de abril.

Pocos reconocimientos son más merecidos en la historia de nuestra Democracia que éste que ahora rinde el Parlamento a los miembros de la UMD. Han tenido que pasar más de treinta años para hacer constar oficialmente que los militares que en el ejército franquista se comprometieron con la lucha por las libertades democráticas, asumiendo las graves consecuencias profesionales y personales que se derivaban de esta valiente actitud, prestaron un extraordinario servicio a nuestra patria. Recuérdese que los militares eran vistos entonces como los grandes defensores de la dictadura, apreciación popular que no puede decirse que anduviera descaminada.

El principal obstáculo

Como el Ejército era considerado el principal obstáculo para la evolución democrática del país, e incluso para la convivencia pacífica, ya se comprende la importancia cualitativa que tuvo que un pequeño, aunque significativo, grupo de jóvenes oficiales y suboficiales decidiera engrosar las filas de la oposición democrática, haciendo realidad el ideal de la unión del pueblo con sus fuerzas armadas. Su acción colectiva organizada –clandestina porque no podía ser de otro modo– se limitó a apoyar, mediante escritos y persuasión verbal en los cuarteles, el sistema democrático como la mejor salida al régimen franquista. Pese a su condición militar, actuaron con la fuerza de la palabra y nunca con la coacción de las armas.

Una actividad opositora meritoria porque fue llevada a cabo en un medio hostil y en muy difíciles condiciones, pero en todo similar a la realizada por otros colectivos profesionales como jueces, sindicalistas o enseñantes en sus respectivos ámbitos laborales. La condición civil o militar de los opositores a la dictadura determinó después, sin fundamento alguno, un trato absolutamente distinto y a todas luces injusto e injustificado. La cuestión del reconocimiento de la UMD es recurrente en nuestra democracia porque nunca se ha reparado plenamente y sus miembros no han gozado en sus respectivos ejércitos del prestigio que merecen, por el contrario han padecido a menudo la incomprensión de muchos de sus compañeros sobre la decisión que en su momento adoptaron. Circunstancia que, por otra parte, no ocurre con el resto de la sociedad donde, conscientes del valor de su gesto, es ampliamente mayoritario el sentimiento de admiración hacia estos militares demócratas.

Oportunidad pedagógica desaprovechada

Aunque debiera haberse hecho mucho antes, tal vez por el primer gobierno democrático en una muestra de autoridad sobre los ultras y de coherencia ideológica, nunca es tarde para restablecer la verdad histórica sobre la UMD. Tantos años de retraso en la rehabilitación profesional y de olvido oficial han desaprovechado una magnífica oportunidad pedagógica en la transformación de los ejércitos –los militares demócratas como un referente moral– y, aunque no se pretendiera, han ido dando pábulo a la persistencia de los argumentos ad hoc –indisciplina, politización, pretensión desestabilizadora– utilizados en su día por el régimen para perseguirlos. Por ello, es preciso que se reconozca oficialmente el atropello cometido con estos militares que solamente pretendían que España fuera una democracia, que se integrara en Europa y que sus fuerzas armadas estuvieran, bajo el poder civil legítimo, al servicio de la sociedad. O sea, esencialmente lo que son ahora.

No sabemos cómo piensa cumplir el gobierno el mandato de homenajear a los miembros de la UMD dictado por el Parlamento, pero una forma de hacerlo en el seno de las propias fuerzas armadas sería publicar en el boletín oficial una declaración institucional en la que se diera cuenta de los motivos de su fundación, la persecución de que fueron objeto y los cargos infundados por los que fueron condenados y expulsados de los Ejércitos nueve oficiales, destacando la naturaleza de sus objetivos, la coherencia de sus principios al decidir su disolución inmediatamente después de celebradas las primeras elecciones democráticas y el retraso que debieron sufrir en su rehabilitación profesional. Esta sugerencia me fue realizada por un teniente general, que no perteneció a la organización, en entrevista personal realizada con ocasión de la elaboración de mi tesis doctoral sobre la UMD.

Fidel Gómez Rosa, Doctor por la Universidad Complutense de Madrid. Su tesis doctoral trató sobre la UMD en la transición política.