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Depresión: un horizonte aún más ominoso

Depresión: un horizonte aún más ominoso

jueves 23 de abril de 2009, 15:48h
Nada tan fácil como el conocido recurso de echar balones fuera, pero los hechos son tercos y la realidad es el único imperio al que conviene someterse. Las previsiones del Fondo Monetario Internacional se sitúan, para el horizonte a corto plazo de la economía española, del lado de las más pesimistas, sin que nadie sensato vea un cambio de signo del ciclo, en nuestro país, para antes de 2012, que podría empezar hacia finales de 2011 en el sueño de los más optimistas, que ojalá llevasen razón, porque tres años más de empeoramiento de los indicadores, destrucción de empleo y debilitamiento de prácticamente todos los sectores es muy difícil que se sobrelleven sin una muy seria fractura social de, por desdicha, previsibles consecuencias.

    ¿Acaso podríamos llevarse en paz y armonía quizá incluso algo más de en torno al 20% de desempleo, cuando apenas llegará al 9% en el conjunto del mundo desarrollado y difícilmente al 11% en la eurozona? ¿Y si, como vaticina el catedrático Ignacio Zubiri, llegará también a hacerse preciso un importante recorte de las pensiones para evitar la quiebra del sistema? No es sólo que la economía se deprima y se multiplique el desempleo, sino que empiezan a aflorar incertidumbres en torno al subsidio de desempleo e incluso las pensiones. Este ominoso horizonte no va a desaparecer sólo por no querer verlo, y mucho menos por frívolas complacencias de estar, de convidados de piedra, en tal o cual foro global importante. 

    La crisis es muy seria en todo el mundo, la peor sin duda desde la Gran Depresión de los años treinta del pasado siglo, pero lo peor de lo peor, es que todos y cada uno de los indicadores son peores y evolucionan peor en nuestro país que en el conjunto global y en el ámbito europeo. Y lo peor no es que los indicadores apunten peor en España que en el conjunto del mundo desarrollado, sino que el diferencial negativo se profundiza en cada nueva estimación. En estas condiciones cada vez es más difícil entender que el Gobierno español permanezca instalado en el extraño convencimiento de que la realidad cambiará o se suavizará por el raro expediente de negarla.

    En estas ominosas circunstancias, el anuncio hecho hoy por la Presidencia del Congreso de que el Gobierno desea celebrar el 20 Debate sobre el Estado de la Nación en la primera quincena de mayo, en concreto los días martes 12 y miércoles 13, antes por consiguiente de las elecciones europeas –quizá porque en los sondeos demoscópicos se aprecia una creciente ventaja del partido de la oposición, PP, sobre el PSOE–, cobra especial significado, porque será muy difícil evitar, en las actuales circunstancias, que el debate pivote sobre la crisis económica y el tratamiento político que recibe, lo que podría llegar a producir un visible aislamiento del Gobierno.

    En buena lógica, el PP no objetará esas fechas de celebración de un debate que puede resultar incómodo para el Gobierno si éste persiste, por vía de las insistentes campañas de imagen, en su actual instalación en un mero y vacío discurso político sobre la situación económica, que elude las razones de la crisis y niega incluso la simple propuesta de alguna estrategia económica seria y concertada para afrontarla.

Todo son –para qué negarlo– espesas brumas en el horizonte. No es sólo el paradigma del sector inmobiliario y de la construcción, que no se va a resolver a golpe de intervencionismo y obra pública y seguirá profundizando en crisis empresariales y en destrucción de empleo. Es que otro sector estratégico para España, el turismo, va a peor y nadie serio niega ya que se encamina hacia una crisis importante. Es que los datos del sector industrial son para quitar el sueño. ¿Para qué seguir? No hace falta esperar a grandes debates o discursos parlamentarios para saber lo que está en la opinión pública y en la calle, donde las gentes sospechan, seguramente con razón, que el Gobierno se encuentra, en lo económico, sin norte ni programa. Me dice un muy relevante economista, que no es del PP sino más bien progresista, y que no citaré para evitarle los “cariños” del Gobierno, que lo más pavoroso no es la crisis misma, con serlo y mucho, sino que, en estas circunstancias, el timón del país esté en unas manos que ignoran la ciencia económica y fían todo a la propaganda y la imagen. Retirado Pedro Solbes a su particular Aventino, sólo falta la sustitución de David Vegara para que lo único sensato sea echar a correr.

    ¿Y la oposición? ¿Dónde está la oposición? ¿Por qué no alza la voz, por ejemplo, ese hombre serio, honrado y competente que es el catalán Durán i Lleida? ¿Qué dice el excelente economista Cristóbal Montoro, que parece desaparecido en combate? ¿Y por qué guardan tan clamoroso silencio esos buenos economistas que también hay, en número y calidad muy apreciables, dentro del PSOE? Este país nuestro, siempre tan lejos de los favores de la Providencia, parece encaminarse con pasiva resignación hacia un terrible despeñadero, cuando sólo unos años atrás sobraban motivos para la esperanza de un tiempo de crecimiento y progreso. Y al despeñadero iremos si una auténtica rebelión cívica no fuerza un cambio de rumbo, o de mano en el timón, que viene a ser lo mismo.
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