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Jueces Universales

Jueces Universales

miércoles 06 de mayo de 2009, 13:20h
   A día de hoy la Audiencia Nacional, saturada de trabajo y con la responsabilidad de instruir y juzgar casos de tanta gravedad como terrorismo, narcotráfico o corrupciones varias, mantiene abiertas catorce causas que afectan a dirigentes de Israel, Ruanda, Guatemala, el Salvador y Marruecos.

   Los jueces de  la Audiencia, acostumbrados a verse permanentemente en los medios de comunicación por la relevancia de los delitos que tiene que perseguir, han encontrado una vía para que su ya conocido afán de estrellato traspase fronteras y les llegue el ansiado reconocimiento internacional.

   Es verdad que la Ley Orgánica del Poder Judicial les autoriza a ello; pero con los casos sangrantes que todos recuerdan de narcotraficantes puestos en libertad por error o los de etarras que se ven en la calle porque al juez se le paso el tiempo de la prisión provisional sin ser juzgado, resulta paradójica su vocación de cruzar fronteras.

   No resulta difícil imaginar la perplejidad del Gobierno chino al recibir la petición del juez Santiago Pedraz para que le permitan viajar a Pekín e interrogar a los ministros de Defensa, Seguridad del Estado y Seguridad Pública. Pero no es el único; su compañero Eloy Velasco pidió ayer a la Administración de Obama que le informen de si han abierto una investigación sobre las torturas de Guantánamo para, en caso contrario, ponerse él a la tarea. Si no fuera por la seriedad de los temas denunciados, suena a cachondeo.

   ¿Para que sirve la Corte Penal Internacional, con sede en La Haya? ¿Es que los jueces de la Audiencia Nacional desconocen que este tribunal, dependiente de Naciones Unidas, está en vigor desde 2002? ¿Es que Pedraz, Velasco, Garzón, etc. se creen mejor preparados que sus colegas? ¿De verdad creen que habrían actuado con mayor diligencia y eficacia que los miembros del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia, que han conseguido sentar en el banquillo a Milosevic, Ante Gotovina o a Radovan Karadzic?

   Va a tener razón el presidente del Tribunal Supremo, Carlos Dívar, cuando dice que "no nos podemos convertir en los gendarmes judiciales del mundo. Quienes somos nosotros para arreglar la casa ajena cuando tenemos tanto que arreglar en casa propia". Habría que añadir;  ni de dar lecciones a nadie.

   Es preciso reformar la Ley para que, a los que vengan en demanda de amparo y justicia se les remita a los Tribunales Internacionales,  tan eficaces, por lo menos, como los españoles.
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