La resurrección de ETA

No hay ciudad ni pueblo de España donde hoy no se celebre de alguna forma la fiesta del Resucitado, ya sea por el rito católico o por las mil maneras que hay de manifestarse la alegría en uno de los días más solemnes, y positivos, del calendario nacional.

   A Zapatero, sin embargo, se le va a resucitar ETA en forma de Batasuna mandándole algún recado en este día que para los nacionalistas vascos es el de su patria, recado que el presidente recibirá en su refugio vacacional del Coto de Doñana y los demás españoles en su casa, o paseando al Cristo que sale del sepulcro, o quemando el Judas, o asistiendo al inicio de la temporada taurina. Y luego, en algún momento, tomando conciencia de que la semana santa y las vacaciones se han acabado y empieza un nuevo trimestre en el que el país entero estará obligado a vivir pendiente de lo que quiera ETA.

   Que la única noticia política importante de un país de Europa sea la de las exigencias cotidianas de una banda terrorista es algo más que preocupante. Que el Gobierno de ese país tenga paralizada su actividad a la espera de esas noticias, para alarmar. Pero aquí estamos, a la espera de lo que diga hoy ETA en un mitin que según la Ley no debería celebrarse porque está convocado por un partido ilegal, por boca de un individuo que de no ser por las triquiñuelas del fiscal ya debería llevar un tiempo en la cárcel. Atentos a las palabras de Otegui en el acto de Batasuna. Y con razón. De lo que allí se nos anuncie puede depender el resultado de las elecciones autonómicas y municipales, el futuro de Zapatero, el enfado de Rajoy, la convocatoria de más manifestaciones en la calle. Toda la vida política dependiendo de los terroristas.

   En algún momento Zapatero quizás pensó que al terminar esta semana santa España estaría saboreando la tranquilidad de una resurrección de eso que él creía que era la paz y así lo llamaba. Lo que tenemos es la resurrección de una pesadilla. Una pesadilla que puede ir a peor y volverse crónica a menos que el presidente del Gobierno se levante hoy de su error y comience a actuar enérgicamente para combatirla. No es pedir un imposible. Aunque resulte improbable que Zapatero aporte a este país la esperanza que tanto necesita en este domingo de Resurrección.