Educación, el primer problema

Educación, el primer problema

Francisco Muro de Iscar

Lo de Pozuelo, eso de “la noche más divertida del año”, es un problema de educación. De mala educación. Y lo del Raval, el denigrante espectáculo de la prostitución en la Boquería a culo descubierto, es otro problema de educación. No sólo de educación, pero también de pésima educación. Y la imparable violencia machista que cada año sigue costando decenas de mujeres asesinadas, es un problema de educación. Y el fracaso del modelo productivo de nuestro país, causa última, aunque no única, de la crisis, es otro gran problema de educación. De la escasa instrucción-educación que tuvo este país hasta hace apenas cincuenta años, y de la mala educación, eso sí para todos, que han traído las reformas educativas de la LODE, la LOGSE y las sucesivas reformas, casi siempre para peor. 

Pero la educación no es sólo un problema de la escuela, porque es, sobre todo, una responsabilidad irrenunciable, aunque renunciada cada día, de la familia. La falta de autoridad, la falta de defensa de valores, la ausencia de límites, es decir de deberes y de responsabilidades por parte de todos, y hasta la falta de consecuencias de acciones que deberían tener un castigo o una reprobación, están en el fondo del problema.

Luego, si ustedes quieren, hablamos de si hay que poner ordenadores en las aulas a cada alumno. O de si España tiene por primera vez más adultos con un título educativo post-obligatorio que sin él y si eso indica algo, porque, al mismo tiempo, cuatro de cada diez alumnos no son capaces de terminar el Bachillerato y sólo uno de cada cuatro hace Formación Profesional. O de si el sistema educativo que hemos construido, especialmente el universitario, es caro, ineficaz e ineficiente. O de si el fracaso escolar en España es cada día más demoledor. O, para terminar, de cómo se conjugan las fotos y los vídeos-denuncia de La Boquería con las rentabilísimas páginas de anuncios de prostitución que publican muchos periódicos y que emiten algunas televisiones.

Pero sea lo que sea lo que tenemos y de lo que hablamos, los partidos políticos no son capaces de alcanzar un pacto educativo que afronte en serio este gran problema, el primero del país, incluso por encima del paro o del terrorismo. No es que no puedan; simplemente no quieren. La ideología por encima del sentido común y de la necesidad. Los votos por encima de los ciudadanos y del interés general.