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¡La Plaza Mayor no!

lunes 21 de septiembre de 2009, 10:54h
Con los vellos erizados y las carnes abiertas de par en par me he quedado tras leer en “El País” que el Ayuntamiento planea entrar a saco en la Plaza Mayor. Para ello, según esa información, han recabado numerosas opiniones. Me pongo en lo peor. O en lo pésimo. No es que la plaza esté perfecta. En los últimos años se ha hecho la vista gorda a algunas intervenciones, no muy graves, que deberían corregirse. Pero de ahí a meter la excavadora en este recinto va un mundo.

A la Plaza Mayor le bastaría con estar limpia y reluciente, con la pintura siempre retocada y sin olor a meadas en los soportales. A la Plaza Mayor le bastaría con erradicar a sanadores orientales y carteristas de todas las modalidades. Y le bastaría con dejar de utilizarla para cualquier tipo de feria gastronómica, pedagógica o sanitaria. Esta plaza es un zoco en el que un día bailan los caballos andaluces, otro los coros y danzas de cualquier región; un día se venden sellos y otro líquidos para reparar el parquet. Lo mismo se elabora un macro cocido que te toman la tensión arterial. No es ya un sitio de encuentro: es un mercado persa pero en cutre.

Creo que la plaza tiene 423 balcones. El dato se lo oí hace poco a un guía turístico y no me he molestado en contarlos. Y tiene una fascinante historia. Ahora presenta una fisonomía más o menos regular y armónica. Algunos estudiosos quieren que desaparezca el monumento a Felipe III. A mi no me molesta. Me estorban mucho más las carpas de plástico blanco que se plantan cada pocos días. Además, si la quitan, son capaces de poner en su lugar un montón de piedras “vanguardistas” o una escultura de Víctor Ochoa.

También se quiere estudiar una paleta de colores para las fachadas, el tipo de pavimento, las cubiertas de los edificios... Para ello se ha encargado un estudio previo a diversos especialistas. ¡Dios nos pille confesados! Después de las reformas de Santo Domingo, de Vázquez de Mella, de Sol; después de ver edificios como el de Hortaleza con Gravina o el de Carretas, 2 lo único que se me ocurre es gritar: ¡Virgencita, que nos quedemos como estamos!

No me tengo por inmovilista ni en cuestiones estéticas o urbanísticas. Pero Madrid es caldero de los peores experimentos y los resultados están a la vista. Los arquitectos le echan la culpa al ayuntamiento. Hasta donde me alcanza el entendimiento, los proyectos los redactan los arquitectos. Luego, eso sí, el Ayuntamiento y los jurados nombrados para resolver concursos, eligen los peores de entre todos los malos.
Llegará un día, espero, en el que los madrileños demuestren el hartazgo que tienen ante tanta agresión a la ciudad. Ese día comenzarán a no tirar papeles al suelo, a sacar la basura a su hora y a oponerse a tropelías planeadas en los despachos. ¿Qué quieren?, uno también tiene ilusiones...
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