La fórmula de invitados sentados con su preguntita no es nueva. Viene de la televisión pública francesa, pero, en España, hay un antecedente digamos que privado, pero que misteriosamente, allá por 1976 ó 1977, desempolvó TVE de sopetón: hora y cuarto de Escrivá de Balaguer (el hoy San Josemaría) sobre un escenario, contestando las preguntas de sus seguidores. No tuvo tanta suerte Rajoy, porque algunas de las preguntas –y no sólo al principio— tiraban con bala.
Misma puesta en escena que a Rodríguez Zapatero, con idéntico plató y una primera entrada (cuatro preguntas seguidas sobre el 11M) bastante incómoda, pero a los 25 ó 30 minutos, se soltó y se relajó lo suficiente como para ir contestando, paso a paso, las diversas cuestiones que le presentaban. Y eso que una navarra –que se apaña con 300 euros mensuales-- le preguntó por su sueldo, y ahí se quedó como Zapatero frente al precio de un café: “muchísimo más que usted”, para aclarar que “yo trabajo para que todo el mundo pueda ganar el máximo”.
Como en la primera edición, los ciudadanos preguntaban por aquellas cosas que realmente preocupan. La educación. O la sanidad, por ejemplo. Y Rajoy contestaba con una cierta ventaja, porque para eso está en la oposición y se puede permitir el lujo de explicar lo que haría o hará si vuelve a gobernar. Tal que en el caso de las listas de espera (le hablaba una valenciana, cuya comunidad rige el PP), aunque filosóficamente, con cierta retranca galaica y pidiendo el perdón previo “por la tontería que voy a decir”, afirmó que “lo más importante en esta vida es estar vivo y luego ya veremos”.
Y si hace tres semanas, en la primera entrega de este formato, pudimos ver a Rodríguez Zapatero haciendo de ZP, hoy hemos visto a Mariano Rajoy en idéntica tesitura: haciendo de Rajoy sin descomponer la figura. Hasta tal punto que se sintió muy reconfortado hablando de la vivienda, de la educación, de la Sanidad, de la sociedad de la información, de las nuevas tecnologías, de la preparación de España para la competitividad y hasta de la futura importancia de la lengua china en nuestro sistema educativo, pero sin apearse de la importancia del inglés.
El presentador Lorenzo Milá, con corbata más discreta que en la anterior ocasión, urgió a tanto a los preguntantes como al preguntado el respeto de los tiempos y la brevedad en las intervenciones.
Cuarenta de los cien ciudadanos colocaron sus preguntas, aunque, de hecho, Rajoy respondió un total de 70 intervenciones, dada la permisividad inicial de réplicas y dúplicas que marcaron la tónica de la primera parte y los treinta minutos iniciales de la segunda.