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El color social del Iris

En 20 años de historia el Iris ha transformado la vida marginal de las familias excluidas de la Comunidad

jueves 30 de noviembre de 2006, 18:14h
El del Iris es el color de lo social, de la reinserción, de la dignidad y, por qué no, de la esperanza. Después de 20 años de vida y mucho por hacer ha logrado definir su trabajo de integración, atendiendo a casi 30.000 personas y acabando con más de 6.000 chabolas, cuyas moradores viven, más o menos integrados, en pisos dispersos por toda la Comunidad. De su grado de integración social, sus éxitos y sus fracasos trata un estudio pionero y único en Europa que la Universidad de Granada ha realizado para el Instituto, en este año en el que se cumplen dos decenios de historia.

En el Iris, el pan "suyo" de cada día son los poblados marginales, las infraviviendas y las chabolas que nunca terminan de desaparecer de Madrid. Existen desde que la ciudad es ciudad y desde que el mundo es eminentemente urbano. "En Madrid aparecen en el siglo XIX y al principio se convive con ellas hasta que, en los años 50 y con el gran éxodo rural que trae miles de personas del campo y para las que no hay una vivienda, comienzan a ser un problema".

El antropólogo y catedrático de la Universidad de Granada Juan Francisco Gamella, es el responsable de un estudio pormenorizado sobre los efectos y consecuencias de la intervención del Iris (Instituto de Realojamiento e Integración social) en el chabolismo. El análisis "pretende realizar un balance de resultados tras dos décadas de políticas públicas para limitar la extensión y los efectos negativos del chabolismo en la Comunidad de Madrid", dice, con un repaso de su historia y su evolución. Es quizá por ello que lo consideren un estudio "único en Europa".

Calculan los estudiosos que en 1956 había en Madrid más de 50.000 casitas bajas construidas de forma irregular "y a las que se les dio salida con la construcción de las Uvas o las construcciones de la época del llamado desarrollismo. "Entre el 79 y el 85 -explica Gamella- se pone en marcha un plan de remodelación de barrios que transformó el sur de Madrid y en el que 39.000 familias y más de 150.000 personas se realojan en pisos a cambio de ceder sus casitas y el terreno que ocupan". El Plan, sin embargo, se había olvidado de otros muchos, los ocupantes de las dos o tres mil chabolas dispersas en más de 60 núcleos y que vivían en condiciones indignas, en chamizos construidos con materiales de desecho. El menudeo empieza a ser habitual y preocupante en estos núcleos, que terminan por acoger auténticos mercados y barrios de drogodependientes, lo que coincide con la puesta en marcha del Plan Nacional sobre Drogas.

"Por fin, a mediados de los ochenta se crea un consorcio entre las diferentes administraciones públicas para solucionar ambos problemas que se han convertido en el mismo, y es aquí cuando arranca la historia del Iris", recuerda Gamella. Se crea un censo de chabolas en el que se reconocen 2.700 y se adopta un modelo tripartito, señala, que trata de dar una solución generosa a los afectados, en base a un plan informado culturalmente y prestando atención a las condiciones y particularidades de los moradores como sus orígenes, modos de vida o dedicaciones.

El fracaso de  un plan
Gamella tacha este primer plan de auténtico "fracaso" ya que se prevén 'barrios' provisionales donde realojar a los chabolistas los cuales, al cabo de los años, se convierten de nuevo en focos de menudeo y marginación, como es el caso de Cañaveral, en Vicálvaro. "En aquel momento el 80 por ciento de los chabolistas son gitanos, y lo que se quiere es crear un barrio nuevo de tipología especial acorde a sus formas de vida, como Plata y Castañar, con viviendas unifamiliares y mucho terreno para sus negocios pero que, poco después, crea tantas chabolas como las que se habían erradicado". Juan Francisco Gamella cree que "la realidad gitana, con su rivalidad entre clanes, o el problema de las drogas, no se tiene en cuenta a la hora de planificar estos nuevos barrios y por eso el plan fracasa".

En sus primeros años de trabajo el Iris debe pues realojar a los realojados y desmantelar aquellos barrios provisionales, aún peores que los originales. "Se decide que la única alternativa viable es el realojo en vivienda en altura, la única que hace el Iris desde el año 99. Los profesionales del Instituto se encuentran, según el experto y catedrático, una población muy joven, sin formación profesional y sin trabajo, pues ya no se adaptan a sus oficios de antaño, con graves problemas sanitarios, desde infecciones, hasta reuma, obesidad y diabetes y drogadicción.

La escolarización de un escaso 40 por ciento y sufren un alto grado de discriminación. El Instituto comienza a trabajar en todos estos ámbitos, comenzando por el realojo. En 20 años se destruyen 6.300 chabolas a pesar de lo cual quedan 1.200 sólo en la capital y el Iris reconoce atender, a finales de 2005, a unas 921 familias que residen en tales infraviviendas. "Aunque el chabolismo no se ha erradicado en la Comunidad- explica- este estudio confirma el enorme esfuerzo por reducirlo, contenerlo y reconducirlo".

20 años es mucho
Tras estos 20 años de acción la población chabolista ha reducido sus tasas brutas de natalidad de un 30 por mil a menos de un 19 por mil en los primeros años de este siglo. Además ha aumentado su esperanza de vida, sobre todo por la reducción de la mortalidad infantil. En cuanto a la población realojada, el Iris ha apoyado a los mismos en los procesos de regularización, en la obtención de pensiones, rentas y ayudas; en la escolarización y el seguimiento escolar infantil. en este sentido se ha pasado de un 40 por ciento de escolarizados a casi el 100 por cien, aunque si hablamos de alfabetización las cifras no son tan positivas".

Se ha dado apoyo y asistencia a la formación profesional y la inserción laboral -20 por ciento de éxito- o a la mejora en atención sanitaria -un 74 de las familias ha sido apoyada, atendida y controlada-. Gamella recuerda que el Iris también ha realizado mediación vecinal, presentando a la familia realojada a sus nuevos vecinos y tratando de solucionar roces, quejas y conflictos. Según el estudio, un 50 por ciento de los realojados no tiene problemas de convivencia, de un 3 por ciento no se sabe nada "y en este caso la falta de noticias son buenas noticias- un 5 por ciento van de mal a mejor y un 14 por ciento presenta problemas y conflictos.

En Madrid quedan aún nueve poblados chabolistas: Santa Catalina (Puente de Vallecas), La Quinta (Fuencarral-El Pardo), Puerta de Hierro (Moncloa-Aravaca) donde hay 16 clhabolas censadas; Plata y Castañar y El Salobral (Villaverde); las Barranquillas (Villa de Vallecas), Cañaveral (Vicálvaro), las Castellanas (San Fernando de Henares); y las Mimbreras (Latina).

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