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Treinta años atrás

miércoles 02 de febrero de 2011, 12:19h
   Dentro de unos días se cumplirán treinta años del intento de golpe de Estado encabezado por el teniente coronel Tejero y al presidente del Congreso se le ha ocurrido celebrar un acto con todos los parlamentarios que vivieron aquel funesto día. Bono quiere que el acto sea sencillo y que, además de los diputados, participen cuantos estuvieron aquel día en la Cámara.

   La idea me parece acertada sobre todo porque los más jóvenes no tienen ni idea ni de quién fue el golpista Tejero, ni de que a punto estuvo de dar al traste con nuestra, entonces, incipiente democracia.

  Quienes hoy están en la treintena han disfrutado de la libertad desde el primer día de su vida, y aquel 23 F, si es que saben algo, es sólo una batallita de las que en alguna ocasión han oído hablar en su casa.

   Mirando hacia atrás y comparando la España de hoy a la de ayer, esta de ahora resulta, ¡afortundamente!, irreconocible. El nuestro es un país moderno, donde la libertad y la democracia están firmemente asentados y parece que no hemos vivido nunca de otra manera. Sin embargo, para muchos ciudadanos la memoria continúa viva, o bien porque vivieron los años del franquismo, o bien porque aún recuerdan en primera persona lo que supuso la guerra civil.

   Creo que conocer el pasado no es sólo un derecho, también una obligación. Si no sabemos lo que sucedió, a duras penas entenderemos lo que sucede ahora, sin una visión del pasado es imposible comprender el presente. Por eso, el acto organizado por el presidente del Congreso puede servir para que quienes sólo han nacido y disfrutado de la libertad escuchen de primera mano y vean los rostros de aquellos que sufrieron la intentona del golpe de Estado.

   Nunca olvidaré que yo estaba allí, sí, en la tribuna de prensa del Congreso, sentada junto a la veterana e inolvidable periodista Pilar Narvión, junto a Susana Olmo y Charo Zarzalejos. Tampoco olvidaré la lección de periodismo que nos dio sobre la marcha Pilar Narvión cuando Tejero entró disparando en el hemiciclo: "Niñas apuntar la hora, y no perdáis detalle, esto es lo que cuentan los libros de Historia sobre lo que es un golpe de Estado".

   Se pueden imaginar el miedo que sentimos en aquel momento, las horas de incertidumbre, el pensar que la hermosa aventura de la democracia estaba a punto de naufragar a manos de aquellos golpistas.

Y cuando dentro de unos días me acerque al Congreso para revivir aquel 23 de febrero, sentiré con dolor la ausencia de Susana Olmo, mi querida amiga y compañera de tantos avatares en el periodismo de la Transición. También faltarán muchos de los diputados que sufrieron la intentona golpista. Es la evidencia de que nos hacemos mayores. Por eso, me parece que la iniciativa de Bono tiene un gran valor. Aún hay quienes pueden contar lo que sucedió aquel día, y ojalá su testimonio quede prendido en la memoria colectiva para siempre.
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