Los héroes del ladrillo

La crisis de la construcción se ha llevado por delante a más de un nuevo rico que se subió al carro de la especulación con el apoyo de los créditos a ‘tutiplé’ que les daban las cajas de ahorros. Pasó en Castilla y León como pasó en toda España porque esto se convirtió en la máxima expresión de la cultura mundial del ladrillo y el cemento.
  
Hasta ahí que pase, pero lo que ya es de aurora boreal es que los constructores-promotores inmobiliarios recibieran, o reciban, honores reservados a los héroes o a los mejores. Así fue el caso de Marcos Fernández, un constructor que en Valladolid levantó gran parte del controvertido barrio de Ciudad Parquesol con la aquiescencia y estímulo del entonces alcalde Tomás Rodríguez Bolaños. No conforme con eso, el Consistorio permitió levantarle una estatua en dicho barrio, en concreto, en lo que se llama la plaza mayor de Parquesol, también denominada de Marcos Fernández.
   
Pensábamos que sería el único constructor que en España mereciera tales honores, pero no, resulta que en Salamanca su alcalde, Julián Lanzarote, le ha puesto el nombre de una calle a Mariano Rodríguez Sánchez, un empresario heterogéneo y heterodoxo que ha levantado un imperio basado en gran parte en el complejo mundo de la promoción inmobiliaria.
   
Deben faltar gentes de mérito científico, literario o artístico en ciudades como Valladolid o Salamanca para que se les dé honores de presente y posteridad a personas de méritos cuando menos dudosos. No debe haber otros nombres con valores suficientes para tener que recurrir a los amigos de la burbuja que ahora nos tiene a todos acorralados.
     
Y esto lo decimos sin entrar en más consideraciones, que las hay, sobre los héroes del ladrillo.