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El enorme excedente financiero árabe, un posible instrumento de desarrollo

El enorme excedente financiero árabe, un posible instrumento de desarrollo

jueves 10 de marzo de 2011, 13:54h
En los próximos seis meses es posible que en el mundo árabe o en parte de él se hayan producido algunas reformas políticas de cierta envergadura. Más allá de los elementos circunstanciales que lanzan una revolución, como la inmolación por el fuego de un joven tunecino, o de los medios utilizados para coordinarla, Internet, las redes sociales y los teléfonos móviles, los procesos históricos en que se insertan, los medios financieros disponibles para el desarrollo, el capital humano existente, y las circunstancias concretas de que cada país parte, pueden arrojar alguna luz sobre sus posibles evoluciones.

Una característica del mundo árabe actual es el enorme diferencial de renta que separa a los 22 países que integran ya a la Liga de los Estados Árabes, mayor que el diferencial de renta que les separa del Norte europeo, y que introduce una distinción básica entre ellos: productores y exportadores de petróleo y no productores de petróleo.

Según cifras de la Liga Árabe de 2011, que se refieren al año anterior, el PIB consolidado de sus países miembros -350 millones de habitantes- se elevó a 2.323.453 millones de dólares US muy desigualmente repartidos ya que ello arroja en los más ricos un per cápita de 75.900 dólares US en Qatar, 55.300 en Kuwait, 55.200 en Emiratos Árabes Unidos, y 34.700 en Bahrein, que contrasta con el per cápita de los países árabes más pobres de 600 dólares US en Comores y Somalia, 1000 en Yibuti, 1800 en Mauritania, 2400 en Yemen, 3.800 en Marruecos. A título comparativo el PIB consolidado de los 27  países de la Unión Europea -499,7 millones de habitantes y la primera potencia económica mundial- se elevaba en 2009 a 16.390.000 millones de dólares.

Curiosamente, los dos países no productores de petróleo en los cuales la revolución árabe ya ha tenido sus efectos, no lo hicieron tan mal en términos macroeconómicos y el per cápita tunecino, según la Liga Árabe, ascendió a 7.500 dólares y el Egipcio a 5.400 dólares. Otros países no productores también parecen haber hecho sus deberes económicos. Entre ellos destaca Líbano, que a pesar de su inestabilidad crónica tuvo un per cápita de 10.400 dólares en el mismo periodo aquí referido, Jordania de 4.700, y Siria de 4.500. Es verdad que la renta per cápita es una mera operación matemática que no refleja la distribución real de la renta pero si es indicativa de una cierta eficacia de la gestión administrativa, del dinamismo empresarial, y de la laboriosidad de los ciudadanos.

Las transiciones que ahora puedan tener lugar en el mundo árabe, de producirse, aparte de las reformas política a que den lugar, tendrán que contemplar en algún momento que esas considerables diferencias de renta y esa enorme masa monetaria en algunos casos tesaurizada, pueden servir para financiar en alguna medida el desarrollo árabe, siempre que los países que lo necesitan creen un entorno de rentabilidad, de acogida y de garantías de ese capital financiero igual o superior al que éste ya encuentra en Estado Unidos y en Europa.


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* Domingo del Pino es especialista en el mundo árabe, ex delegado de la Agencia EFE en Marruecos, ex corresponsal de El País para el Norte de Africa, fue miembro de la Euro Med and the Media Task Force de la Comisión Europea y, actualmente, es miembro del consejo editorial de la revista bilingüe Afkar/ideas; colaborador de Política Exterior y Economía Exterior; de la Revista Española de Defensa; y director del Aula de Cooperación Internacional de la Fundación Andaluza de Prensa.
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