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¿Estamos locos o qué?

Casadas con Miami

Casadas con Miami

lunes 14 de marzo de 2011, 14:38h
Si el vulgo se creyó que con mujeres ricas había descubierto el día a día de la gente con dinero, se equivocó. Las protagonistas de la serie de la Sexta son unas pobretonas en comparación con las que conforman Casadas con Miami. Pero existen parecidos razonables. En ambas series la mayoría (porque no todas) de sus protagonistas son ricas por vía coñital y/o de emparejamiento. Todas y cada una de ellas dan una suma importancia al físico y están constantemente retocándose, adelganzando y haciendo todo tipo de tratamientos de belleza lo que es lógico si tenemos en cuenta que su físico es fundamental para vivir como viven. Los deportistas ejercitan sus cuerpos día a día porque viven de la buena forma en la que estén. Ellas, más o menos parecido. Como en el anterior programa las hay más y menos desnaturalizadas y más o menos listas o límites. Pero repasemos y contemos (por si usted no lo ha visto) quienes son -Marta Vila. 48 años, barcelonesa, divorciada, dos hijos. Mega flaca, hiper mega pija en su manera de hablar, para ellla cuando una cosa es bonita, es cuqui y la vida es maravillosa. Vive en Miami Beach en una mansión. No sabemos si ese es uno de los regalos por compensación de su matrimonio. Que se sepa, no trabaja. Adora las fiestas de Miami por la noche y reconoce que la mejor manera de recuperarse de un fiesta es desayunando champán por las mañanas. Vamos, el propotipo de lo que siempre se ha entendido como mujer luchadora y trabajadora que saca a sus hijos adelante. Aunque sea de rodillas. Ustedes ya me entienden. Por supuesto Marta se declara una mujer sencilla, es decir, que se puede bañar sin diamantes y no tiene ningún trauma por ello. Es más, su novio es rico pero por casualidad. Un día la lleva al puerto para enseñarle el regalo que le va a hacer: un barquito. Ella se muestra decepcionada cuando le muestra el barquito pequeñito y así se lo hace saber....que no tooooooonta que es broma, que el que te voy a regalar es otro, ahhhhhhh respira aliviada. Y por fin encuentra el barco de sus sueños valorado en siete millones de euros. Ése es el barco que Martita quiere y con ese se va a quedar (vamos que si se lo va a quedar, estas son maestras en el arte de la persuasión). Y se lo va quedar además con el maromo latino que lo enseña y lo limpia que una cosa es tener un novio rico y otra muy distinta tener a tu disposición a un tripulante cachas con cara de golosón para que te dé la crema cuando el panoli de tu novio rico no esté. Ella le pregunta: ¿y tú también te puedes quedar con el barco? ¿Y cocinas tú también? (memorable el víedo en el que se la ve preguntando al cachas si se puede quedar a trabajar para ellos) ay golosona golosona que no das tú puntada sin hilo. Si alguien ha caído en la tentación de pensar que esta chica es tonta que lo vaya desterrando. Es la más lista con diferencia. -Esther Porto. Divorciándose (no sabemos de quién pero tiene dinero, seguro) No sabemos su edad pero debe de andar cerca de los 50 (nena, hay cosas que no se pueden ocultar por mucha cirugía que te metas) colombiana. De rasgos indudablemente latinos, hay bocas y mentones que confirman que, efectivamente, venimos del mono. Se define como loca por el fashion, la cirugía plástica y las compras. Está enamorada de su perro. No tiene hijos. Carece de interés alguno. Es encefalograma plano, una latina de tetas super grandes caprichosa más en el universo. Aburre. Siempre lo mismo, mucho Gucci, mucho Chanel, adora (oh my God) los Aston Martin. Obsesionada con el ejercicio físico. Siempre una copa de vino blanco en la mano. Voz cazallera (como afónica) Ostentosa y hortera, Miami le viene al pelo. Desconoce la palabra clase. A la señorade servicio la llama a gritos desde el piso de arriba porque no encuentra el vestido entre tanta marca en su vestidor. Un coñazo de tía. -Renata Black. Colombiana, casada, con edad indeterminada pero más de cuarenta y menos de cincuenta. Para ella ser rica significa tener dinero sin tener que demostrarlo, no en vano conduce un Aston martin, lleva siempre vestidos de Cavalli (que parecen disfraces de los ochenta), Gucci o firmas similares y anillos con pedrolos en sus manos. Si usted se la encuentra sin joyas y sin aderezos pensará que trabaja de mucama en una de las mansiones de la Moraleja; hay cosas que el dinero no destierra nunca de una. Dice que quiere ayudar a las mujeres pobres con una fundación que da microcréditos (mmmmmmmmmmmm) Su frase para la historia es: parir es de pobres. Ay pobre chica rica, qué sabrá ella. Un consejo, mary; la primera lección que una muchacha sin recursos en el bolsillo, muchos menos en la cabeza, tiene que aprender para hacerse rica y garantizárselo de por vida por vía matrimonial es preñarse, cuantas más veces, mejor. Y ya por si acaso te queda la másmínima duda: parir no es de pobres, es de mujeres y fíjate si es importante que a las reinas es lo primero que se les pide en cuantito que salen de la iglesia recién casadas. Claro que pedirte a ti conocimientos de algo es como pedirle a Mariah Carey que nos dé una charla sobre Truffaut. Pero bien pensado tú sigue así que al menos nos haces reír a unos cuantos. -Victoria Amory. Probablemente la más normal de todas. Ha mamado siempre un estatus social elevado y se le nota. Es elegante por naturaleza, tiene clase, señorío y estilo y no va disfrazada de Gucci ni Cavalli ni de ningún diseñador que la convierta en señora hortera. Es una señora normal con dinero y punto. No le pega demasiado estar en este programa. Tiene dos dedos de frente y sentido común. Estoy de acuerdo con ella en que es una señora estupenda. -María Bravo. En España la conocimos por su fugaz noviazgo con Bruce Willis. Una gran desconocida. Es la única que trabaja de todas las cinco pero no por ello la menos boba. Siendo andaluza y viendo a sus padres no es difícil averiguar cuáles son sus orígenes por eso es extraño que tenga esa voz con ese acento tan raro. No parece mala chica, sólo estar mal aconsejada. Divorciándose del biznieto de Cartier (estas no dan puntada sin hilo) parece estar realmente afectada y triste. Lo mejor de María es su madre. Cuando María la visita en Marbella la señora la recibe con un pareo debajo de los sobacos (estas señorasno tienen axilas) con toda la molla y el poderío al aire, muy al estilo de omaíta y además con elmismoacento. No tiene pelos en la lengua y es la pescadera que se encuentra usted en el Ahorra Más y que le canta las verdades del barquero; llana y con poco sentido del ridículo: "María me he comido tol jamón de pata negra" le confiesa a su hija al oído en la gala de super megaluxe que se hizo el verano pasado en Marbella y que la propia Bravo organizó con éxito. Yo, si hubiera sido María Bravo, hubiera respirado tranquila porque si antes de la fiesta se pegó semejante atracón habrá menos posibilidades de que delante de todos vaya a la caza de la bandeja como vulgar canapera. ¿Quién dijo que el dinero traía la elegancia? No se pierdan el siguiente capítulo el domingo que viene en Cuatro. Es para verlo
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