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Guerra civil en Costa de Marfil

Guerra civil en Costa de Marfil

viernes 01 de abril de 2011, 03:31h
La reactivada guerra civil de la Costa de Marfil, uno de los conflictos políticos más sangrientos de África en este siglo, es un claro ejemplo de la incompatibilidad de las sociedades tribales con los conceptos occidentales de democracia y Estado de Derecho. En lo que va de siglo, Costa de Marfil ha tenido repetidos conatos de guerra civil entre el norte, musulmán y pobre, y las ricas tribus costeras de los Baulé y los Bété (a esta etnia pertenece Laurent Gbagbo, el 'presidente pese a todos') que regentan las dos mayores fuentes de ingresos del país: el cacao (Costa de Marfil es el mayor productor de mundo de esta fruta) y el puerto de Abijan. Terceros en discordia son los extranjeros resientes, los inmigrantes procedentes de las naciones vecinas, que son bienvenidos como mano de obra barata pero no alcanzan nunca un estatuto de ciudadanía realmente parejo al de los indígenas. El enfrentamiento triangular que surge de esta situación se ha visto agravado ahora por la intervención occidental en las pretensiones de los dos candidatos de las últimas elecciones presidenciales -Alassane Outtara y Laurent Gbagbo- de haberlas ganado. En esos comicios hubo manipulaciones reconocidas hasta por el Tribunal Constitucional marfileño, pero ninguna autoridad imparcial ha sido capaz de certificar quien ganó realmente los comicios. Pese a lo cual, los países occidentales apostaron por Outtara; seguramente, porque el presidente saliente -Gbagbo- había gobernado a base de corrupción y abusos de todo tipo. Humanamente podría ser que Outtara fuera una opción mejor que Gbagbo, pero los historiales políticos de uno y otro están repletos de desmanes y depredación de la población civil durante la guerra civil del 2002 al 2007, en que aquél gozaba del apoyo de los norteños y las milicias de Guillaume Soro, un "señor de la guerra" norteño. De todas formas, desde un punto de vista formal, Outtara no es elegible siquiera, para presidir el país ya que es hijo de inmigrantes aristócratas de Burkina Faso y el decreto de 'marfileñidad' del presidente Henry Konan Bedié exige que los padres de un presidente sean marfileños… ¡¡¡ en una nación que no existía como tal hace 50 años !!! El trasfondo personal de dicho decreto es el 'egoísmo patriótico' de los políticos locales, que no se ven en condiciones de competir por méritos propios con los inmigrados y especialmente con Outtara, un hombre de talento económico tal que en los años 80 fue nombrado jefe de Gobierno por el, a la sazón, presidente Felix Houphouet-Boigny para hacer frente a la grave crisis económica provocada por la caída del precio mundial del cacao. No hace falta decir que, méritos de economista aparte, Outtara gobernó de forma tercermundista, abusando de su poder, enriqueciéndose de forma sospechosa y dando prebendas sólo a sus adictos. Y tampoco hace falta recordar de la soldadesca de Outtara y Soro cometió desmanes y crímenes de guerra a mansalva durante el quinquenio de guerra civil; ni que el mismo Outtara no aceptó nunca de hecho la victoria de Gbagbo en las presidenciales anteriores. Pero el palmarés de méritos político-económicos de este político marfileño de familia burkinesa es tan superior al de sus rivales políticos actuales que las potencias occidentales han optado por apoyarle a él sin más consideraciones electorales o jurídicas. Es una decisión tanto más fácil si se tiene en cuenta que militarmente los hombres de Soros parecen mejor equipados y entrenados que las de Gbagbo, los 'jeunes patriotes'.
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