Quien te puso Salvador, qué mal te conocía

            Tú, chaval, eres imbécil. Lo digo en español, el idioma que usas con tu chacha (sic) y al que consideras hortera (sic) y con el que, sorprendentemente, te ganas la vida.             Lo tuyo, Sostres, no tiene ni el mérito de laoriginalidad. Ni en el fondo ni en la forma. Provocador fue Diógenes Laercio cuando le espetó a Alejandro que no le tapara el sol. Provocador fue Jesús cuando exigió a los fariseos que tiraran la primera piedra y provocador fue el Unknown Rebel que fotografió Jeff Widener frente a una hilera de tanques en Tian’anmen. Tú, en cambio, no pasas de ser el Cojo Manteca del periodismo, un nihilista lleno de rencor. Tú, chaval, no eres más que un pobre mamarracho que ha encontrado la forma de conseguir quince minutos de mierda, perdón de gloria, cada vez que te acercan un micro o te prestan un lápiz.             Me cuesta entender que alguien tan zafio y de tan escasa altura intelectual, alguien con una prosa escolar tan pedestre y una sintaxis peor que la del negro de Ana Rosa, pueda ni tan solo llamar la atención de medios como El Mundo o como Telemadrid. Puede que te vieran en alguna de las brillantes intervenciones que tuviste en el no menos brillante Crónicas Marranas del no menos brillante canal televisivo que tantos intelectuales ha dado a este país. Sí, ha de ser eso: Pedro J. debió quedar encandilado con tu manera de atraer moscas como si de un truño te trataras. O acaso Isabel San Sebastián pensó que tu sevicia se podría reconducir contra Zapatero, su bête noir particular. Mas ambos se equivocaron: ni las moscas compran periódicos ni del estulto se puede sacar provecho y no creo que a tus dos empleadores les hayan salido gratis los pelos que por tu culpa se están dejando en sus respectivas gateras.             Tú, chaval, te merecerías que te partieran la jeta con un par de ostias bien dadas. (¿Cómo defendernos contra el que tiene un altavoz tan grande como el tuyo para que la respuesta tenga similar eco a las ofensas que vomitas?). Desafortunadamente para mí y fortunadamente para ti, vives en una sociedad bastante más civilizada que tú y difícilmente obtendrás más sopapos que los del desprecio y el silencio de unos pocos, los menos hipócritas de entre nosotros.             Eres puro mucílago, basura con el alma corrompida de tanto alimentarla con la putrefacción de tus ansias de popularidad, que no de fama. Tu miseria solo es comparable al daño que causas, al odio insano que sientes por la humanidad a la que ni alcanzas ni entiendes perdido como estás en el hoyo de tu encono.             Tú, chaval, pagarás con una caída estruendosa desde las más altas cotas de la nada a que has llegado y yo te veré rodar ladera abajo, derechito a la paila mocha, a la caldera mayor de Pedro Botero, y estaré allí para ser testigo y notario y dar cumplida cuenta de tu descenso irrefrenable y del fin del bochorno que supones para esta profesión a la que solo ensucias y de cuyas heces te alimentas como la hiena taimada.             No me uno a las voces que piden que cambies: ellos no saben que tal no es posible porque La estupidez siempre insiste, como escribiera Albert Camus. Tú, chaval, solo mereces que desde aquí pida a cuantos me lean que envíen un mail a [email protected] exigiendo tu despido inmediato: “Estimado Sr.Ramírez, por el bien de la humanidad y por higiene mental le ruego despida a Salvador Sostres”.             ¿Cómo pudieron tus padres llamarte Salvador cuando el único nombre posible para quien acumula tanta maldad es Caín? Pedro J. Ramírez veta a Sostres en 'El Mundo'