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Tópicos y adulación en el pregón de Carlos Egea

viernes 15 de abril de 2011, 23:17h
Este año la Semana Santa de Murcia ha sido pregonada por el Director General de Cajamurcia, Carlos Egea; el cual en la Iglesia del Carmen, dentro del marco de celebración del sexto centenario de la Cofradía de la Sangre, y en presencia del Presidente Valcárcel, y de todo su séquito, incluido el Obispo de la Diócesis, ha disertado sobre la Semana Santa murciana. Su exposición ha estado plagada de tópicos sobre las procesiones murcianas, y sus recuerdos personales de infancia y juventud, en la Murcia franquista, de lo que suponía la tradición de Semana Santa en una España inmersa en un espíritu contra toda Reforma, de integrismo religioso ultracatólico; junto a menciones conmemoratorias al padre del Presidente Valcárcel, de perfil adulatorio. Por lo tanto, un acto social que –sobre el pretexto de la Semana Santa- se han dado para sí, los sectores conservadores de la sociedad murciana, con sus políticos en plena campaña electoral acaparando un acto supuestamente religioso, aún cuando algunos de ellos sean cofrades de nuestra Semana Santa, y que precisamente por eso deberían de tener más discreción para evitar cualquier tipo de mezcla de actos religiosos con sesgo político. Lo cual, viene a cuento, porque no nos parece la mejor elección para pregonar la Semana Santa el escoger a un banquero en plena crisis económica, que diezma empresas y hogares, donde el capital financiero no parece estar lejos del origen de esta profunda crisis, y mucho menos que sea ocasión para una escenografía estético-política de derechas, con la presencia y bendición del mismísimo Obispo de la Diócesis. Decimos esto porque, en que cualquier acto religioso, como es el pregón de una Semana Santa promovido por el Cabildo Superior de Cofradías, habría de centrarse en una referencia histórica y catequética de la pasión y resurrección de Jesucristo, en el sentido histórico y teológico de la redención, el valor cristiano de la cruz, y sobre todo de la esperanza de la resurrección, al tiempo que una reflexión antropológica en tono penitencial, exhortativa de la conversión a la auténtica y madura fe cristiana; algo que fue eludido por Egea en sus palabras, ceñidas a la superficialidad del fenómeno social externo, y al perenne recuerdo de su nazareno predilecto –“el padre de Valcárcel”-, faltaría más. ¡Apúntate un “diez”, Egea…, pues París, bien vale una Misa...!”. Con tu señor Valcárcel habrás quedado estupendamente, aunque con el SEÑOR JESUCRISTO no lo sabemos.                                                                                        EL MIRAVETE  
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