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Cuando fui palmero

lunes 18 de abril de 2011, 13:33h
   En la mañana del Domingo de Ramos, una fecha, para mí, mítica en mi infancia, compro unos huevos  en el establecimiento La Ecuatoriana Productos,  de la calle madrileña de Don Ramón de la Cruz, el rey del sainete capitalino. Tras darme las vueltas del pago, la mujer que me atiende me invita a celebrar ese mismo domingo la muerte de Jesús, que, obviamente, yo, ateniéndome al calendario católico, sitúo en el próximo Viernes Santo, día 22 de abril. Para aclarar la fecha de la celebración, le pregunto a la mujer si realmente se celebra la muerte de Jesús el domingo 17 de abril y me contesta afirmativamente ofreciéndome un folleto informativo que lo explica todo.  El 17 de abril,  celebran la muerte de Jesús los testigos de Jevová. Y, sin leer todavía el folleto, la mujer, de viva voz, me dice que el 17 de abril del calendario católico es, en el calendario judío,  el  día 14 del mes de nisán, fecha, según me dice,  movible en que todos los años se celebra la muerte de Jesús. Como coincido con Cervantes en leer cualquier papel que se me ponga a tiro, leo después  el folleto informativo. Haciendo una digresión, que es lo que el pueblo llama irse por los cerros de Úbeda, ya que he mencionado a Cervantes, permítaseme, antes de desembocar en el hotel madrileño Vincci Soma, donde se celebra la reunión de los testigos de Jevová,  una encendida recomendación de un Quijote, que ha publicado la editorial Castalia. Pesa sobre mi conciencia la losa de no haber dedicado un artículo a Don Quijote de la Mancha, soberbiamente editado por José Manuel Lucía Mejías, catedrático de la Universidad Complutense, y maravillosamente ilustrado por Miguel Rep, un dibujante y humorista gráfico argentino de inmenso talento. Siendo la Semana Santa una fecha especialmente adecuada para descargar la conciencia y, además, por ser el Quijote el libro sagrado por excelencia  de nuestra literatura, quede aquí constancia de que esta bellísima y cuidadísima edición se lee con inmenso placer, en primer lugar, claro, por ser  el texto de Cervantes y, en segundo lugar, por el mimo con que Castalia  ha publicado el texto. Apoyan esta edición, con sus vibrantes textos, Omar Duclós, intendente municipal, en Argentina,  del Partido de Azul y Bartolomé González, alcalde de Alcalá de Henares. A la salida del establecimiento ecuatoriano, en una  esquina de la plaza de Manuel Becerra, un vendedor ambulante ofrece al público  unas palmas. Y, al instante, mi memoria vuela a aquellos  domingos de ramos de mi infancia, en que íbamos a la catedral de Pamplona a recibir la bendición de nuestras palmas, que exhibíamos con el orgullo con el que los cruzados debieron exhibir sus estandartes en sus viajes a  Tierra Santa. Y, al ver las palmas de este vendedor y recordar las  palmas de mi infancia, pienso que,  a mis siete años, y quizá ya antes, yo  era palmero.  Y era, claro, palmero de palmas de palmera y no de palmas  batidas, como las que acabo de escuchar recientemente en el estreno de la excelente película “Morente”, de Emilio R. Barrachina. Morente es, por supuesto, el genial cantaor Enrique Morente, fallecido, en diciembre de 2010, a la semana de la finalización de la película. Las emocionantes palabras de las hijas del cantaor, Estrella, también espléndida cantante,  y Soledad, , que lleva el cante en sus venas, y de la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, provocaron no pocas lágrimas entre los asistentes al estreno celebrado en el auditorio del Edificio Nuevo del Museo Nacional Centro Reina Sofía. Y, ya que hablamos de lágrimas, recordemos con cariño al traductor pamplonés Miguel Martínez-Lage, que acaba de fallecer en Almería a los  49 años.  Miguel Martínez-Lage fue galardonado con el Premio Nacional de Traducción en 2008 por su magnífica traducción de Vida de Samuel Johnson, de James Boswell, publicada por la editorial Acantilado, una incesante fábrica de joyas literarias. Vida de Samuel Johnson es un libro de casi 2.000 páginas. Trabajador infatigable, Miguel Martínez  tradujo  a Faulkner, quizá su autor preferido, Virginia Woolf, Samuel Beckett, otro autor que veneró, y Coetzee, entre otros muchos autores.  De la reunión de los testigos de Jehová en el hotel Vincci Soma no debo hablar porque este artículo lo termino, a las 14 horas del domingo, o sea, casi siete  horas antes de su celebración, que es a las 20.45. Y,  hasta donde llega mi información, no comparto con el profeta Isaías  el don de  profecía. www.ramonirigoyen.com
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