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El Madrid de Prigioni va por la gloria europea

El Madrid de Prigioni va por la gloria europea

miércoles 04 de mayo de 2011, 16:21h
El Real Madrid, con el argentino Pablo Prigioni al comando, espera suceder al Barcelona en el trono del básquet europeo en la fase final a cuatro que se disputará este fin de semana en el Palau Sant Jordi de la ciudad portuaria.
El Madrid, el Maccabi israelí, el Panathinaikos griego y el Montepaschi Siena italiano, conforman el cuarteto de aspirantes a heredar el título de campeón de Europa todavía en manos del Barcelona. Panathinaikos-Montepaschi Siena (16.00 horas GMT) y Real Madrid-Maccabi Tel Aviv (19.00 GMT), serán las semifinales del viernes en busca de la gran final del domingo. Los griegos del Panathinaikos parten como favoritos, por jugadores y por haber eliminado al Barcelona, pero los italianos del Montepaschi ya han sabido sortear la lógica de las previsiones y plantarse en la final a cuatro contra todo pronóstico. El Maccabi, con Jeremy Pargo y S.Schortsanitis al mando, se ha clasificado casi sin querer, porque han acometido esta temporada una reestructuración de la plantilla y ni ellos mismos confiaban en poder llegar tan alto. El Real Madrid, por el contrario, con sus bazas Prigioni y Felipe Reyes, tenía marcado en rojo y desde el comienzo de la temporada llegar a la final de Barcelona, quince años después de su última presencia entre la elite europea del baloncesto. El Panathinaikos, después de su temprana, inconcebible y casi irreal eliminación a las primeras de cambio en la temporada anterior, tenía que llegar a la final sí o también. Por plantilla, en la que destacan Mike Batiste y Dimitris Diamantidis, por presupuesto y por el serbio Zeljko Obradovic, el más laureado técnico de todos los tiempos. El Montepaschi Siena es el embajador del baloncesto italiano. Un 'pallacanestro' de capa caída desde hace mucho tiempo tanto en cuanto a selecciones se refiere como a clubes. Los de Siena, con Rimantas Kaukenas y Shaun Stoneook al frente, son el único faro que parece brillar en tierras transalpinas por encima de los 3,05 metros de altura del aro. Cuatro equipos, cuatro circunstancias, cuatro trayectorias y cuatro esperanzas, que saltarán hechas pedazos cuando comience la final. Cuando el próximo viernes el árbitro lance el balón al aire, se habrán acabado las especulaciones, los anhelos, las lesiones, los estados de forma y hasta las esperanzas. A partir de ese momento lo único que cuenta es el baloncesto, los puntos, los rebotes, los bloqueos, la defensa, el ataque... No hay nada más. Cinco jugadores en pista por parte de cada equipo y un balón. De ahí que los favoritos pierdan, que las 'cenicientas' ganen, que los títulos se esfumen y que los buenos jugadores afloren en los momentos decisivos. Eso es una "Final a cuatro". Un partido para decidir si se pasa a la final y otro para abrazar el éxtasis. Sin trampa y sin red. Sin posibilidad de una segunda oportunidad. Sin piedad. Los cuatro candidatos han demostrado su aptitud a lo largo de siete meses de competición, superando la fase de grupos, el 'Top 16' y los 'playoffs' de cuartos de final y llegan a Barcelona con la maleta llena de ilusiones, temores, fe y confianza en sus posibilidades. El Sant Jordi será el escenario donde se dictará la sentencia que proclamará al sucesor del Barcelona, el gran ausente, en la disputa por el que ha sido su trono europeo.
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