España paradigmática

            Buscando la información acerca de la pésimamente mal planificada línea AVE Madrid-Toledo-Albacete-Cuenca encontré decenas más de disparates del jaez, cosas como un puente de escasos 150 mts. de longitud y un coste de 8 millones de € para unir esas dos grandes metrópolis de Europa que son Pomarao y El Granado.              En cualquier caso, lo dicho sobre el AVE vale para todos los ejemplos de la categoría que caen bajo el epígrafe Inversiones Públicas con el dinero del contribuyente. Lo sorprendente es que en mi investigación encontré que el gobierno recién concedió un crédito especial de 80 millones de € a las empresas que explotan, pobrecitas ellas, las radiales de peaje de Madrid por las que no pasan ni los guiris.             O los casi 10 millones de euros con que se subvencionó desde el Ministerio de Fomento a la empresa Aucosta que explota la importantísima autopista Cartagena-Vera (Almería) por la que pasan escasamente 1.300 vehículos día en vez de los 7.000 que algún indocumentado previó en sus cálculos.             O el desastre de los Túneles de Artxanda que ya se mostró como un problema económico el mismo día de su inauguración, que costó 105 millones de €, ya que alguien calculó -otro indocumentado que no sabía econometría- un tráfico diario medio de 40.000 vehículos que, a día de hoy, no supera los 15.000. Como es otro fiasco, la empresa que lo explotaba comercialmente, renunció al contrato y le ha devuelto el marrón a la Diputación de Vizcaya que se ha quedado con la explotación y las pérdidas derivadas.             O sea, que los contribuyentes pagamos en su momento las faraónicas cagadas y ahora volveremos a pagar las faraónicas deudas que generan.             Los políticos callan. Ni Esperanza Aguirre sobre las radiales, ni el ministriño de Fomento sobre la autopista a Vera ni el Íñigo Urkullu sobre la Kagada a la Vizcaína ni Mariano Rajoy sobre todas las malas inversiones y las inaceptables subvenciones, han dicho ni Pamplona. Ni la derecha se ocupa de sus postulados ideológicos -no a las subvenciones, no a los malas inversiones, no a los malos gestores- ni la izquierda de los suyos -gestión transparente, gasto adecuado al ingreso- y nosotros, pobres indignados que no podemos ni levantar la voz en las plazas de los pueblos seguimos pagando y pagando y pagando.             Hay trenes de un millón de euros que transportan 250 pasajeros al año y aeropuertos sin aviones -Castellón- o con 5.000 pasajeros al año -Huesca- y solo en 9 malas inversiones de infraestructura hemos dilapidado 8.000 millones de euros.             Cuando hablamos de cambio de paradigma no nos referimos solamente a un commitment más o menos apresurado y maquillado con los políticos que pagamos y sostenemos, sino una nueva forma de entender el sistema. Si los técnicos se venden a cualquier precio y acaban por firmar lo inaceptable, si los políticos por el afán de una foto inaugural que, seamos sinceros, nos importa una higa a todos, toman decisiones que nos perjudican como nación y si, en definitiva, nosotros, los ciudadanos tragamos con tanta inepcia las ruedas de molino que unos y otros nos regalan, lamentablemente no conseguiremos acomodarnos en el nuevo paradigma y acabaremos pagando platos rotos cuando su coste sea, de nuevo, inasumible.