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Por la libertad de prensa

Por la libertad de prensa

viernes 29 de julio de 2011, 22:49h
El asedio a la prensa libre en este país ha sido permanente, prácticamente desde el inició de este gobierno de la revolución ciudadana, del Socialismo del Siglo XXI -que hasta ahora no sabemos qué mismo es-, de las manos limpias y de los corazones ardientes. No han faltado los adjetivos calificativos para injuriar, insultar y burlarse de los ciudadanos que piensan diferente, especialmente en los monólogos sabatinos del señor presidente, no ha quedado en la práctica ningún rincón del país desde donde se dirige Correa, el séquito que lo acompaña es grande: edecanes, seguridades, ministros, asesores, autoridades del lugar; gran cantidad de vehículos oficiales y los adherentes que llegan en buses fletados, me pregunto ¿estas movilizaciones, cuánto le costará al país? considerando que antes de que llegue el presidente, se moviliza la seguridad que hace un chequeo minucioso del lugar, son gente especializada en la que se incluyen perros policías que detectan , sobretodo, explosivos; luego la seguridad personal (incluido francotiradores); dependiendo del lugar el transporte terrestre o aéreo (avión o helicóptero); los ministros y asesores, personal de la prensa (radio, televisión y periódicos que maneja el gobierno) por último, los ciudadanos que son “invitados”, al menos, recibirán un refrigerio. El martes 19 de julio, fue un día de expectativa ciudadana, se iba a realizar la audiencia de juzgamiento en la Corte de Justicia de Guayaquil, los acusados eran, el diario El Universo, sus dueños y el periodista Emilio Palacio; el edificio donde se iba a realizar la diligencia, la víspera, tomó el control una unidad militar, antes de la hora señalada (parecía que iba a ver el monólogo presidencial sabatino), un piquete antimotines de la policía controlaba todo el edificio; las barras a favor del gobierno, con carteles, pitos y gritos estaban listas para vivar o agredir, de acuerdo a las circunstancias; estas hordas están en todos los lugares donde se realizan audiencias -sólo falta que usen camisas pardas- llegó el presidente acompañado por varios ministros y funcionarios públicos, toda una parafernalia. El resultado de la sentencia que conoció el país, lo recibimos con asombro e indignación, 3 años de prisión para los encausados y 40 millones de dólares de indemnización  ¡increíble! Las voces indignadas de todo el país y del exterior no se dejaron esperar; esta sentencia ha sido rechazada por irrita, ilegal, injusta e infamante. En estos tiempos de la revolución ciudadana, parece que más fácil es contratar a un juez que a un sicario.
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