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Cuestión de formas

Cuestión de formas

miércoles 11 de julio de 2007, 19:15h

Si los periodistas hablábamos antes –¡dónde van los tiempos!—de las serpientes de verano, con el entrañable Nessie presidiendo primeras páginas y hasta telediarios, ahora, por lo que respecta al estío del 2077, cabe hablar de nombramientos de verano. Los hay efectivos, el de los cuatro nuevos ministros (es plural genérico, que conste) y los hay virtuales. El de José Bono Martínez como fututo –o futurible—presidente del Congreso de los Diputados a ocho meses, elecciones generales mediante, vista. Sin olvidarnos de la recolocación de la ex ministra Carmen Calvo como vicepresidenta del Congreso de los Diputados.

No es el primer caso en el que, con un nulo respeto a las formas y a los usos y costumbres, un presidente del Gobierno no tiene empacho ninguno en echar por tierra lo de la división de poderes. Lo hizo Aznar cuando, en su segunda legislatura, sin complejos, como es él, nombró, de una sola tacada las presidentas del Congreso (Luisa Fernanda Rudi) y del Senado (Esperanza Aguirre y Gil de Biedma). Tenía mayoría absoluta para ello, aparte de la indisimulada voluntad de ningunear a ambas cámaras, parlamentarios propios incluidos. Luego vino, al regio modo, lo del casorio escurialense de su hija, que para eso había poderío.

José Luis Rodríguez Zapatero ha seguido esa senda. Él también ha hecho una pedorreta al Congreso y al sentido común de los electores. Para marzo próximo da por conseguida la mayoría suficiente para que nadie le cuestione la designación de Bono como tercera autoridad del Estado. Y el así ungido, claro, en la gloria y levitando... Es lo que le va. Es lo que le pone. Una pequeña vanidad al modo jesuítico. Un peldaño más en su encaramarse a la cúspide institucional. Casi el súmmum para un abogado de provincias.

De entrada, el mantenimiento de las formas es no sólo deseable, sino exigible. Por otro lado, faltaba un toquecito de humildad pública (todo lo hipócrita que se quiera, pero la buena educación, en puridad, tiene algo de ello) y no dejar con cara de asombro y mostrando los gayumbos al aire a Manuel Marín, actual presidente de la cámara baja. Porque Rodríguez Zapatero ni siquiera utilizó la argucia de anunciarlo en condicional o, al menos, acogerse a su condición de secretario general del PSOE. Nada de eso. Lo soltó y a otra cosa.

Quizá, en la asignatura de Educación para la Ciudadanía debería incluirse un capítulo sobre la buena educación, la urbanidad, el mantenimiento de las formas como expresión de respeto a los demás y a uno mismo. Eso no está reñido con la visión progresista de la vida que muchos millones de ciudadanos compartimos. Si tal como auguran las encuestas, Rodríguez Zapatero y el PSOE revalidan mandato en marzo del 2008, bien sea por méritos propios o por los patentes deméritos de la oposición del PP, o por una mezcla de ambas circunstancias, José Bono Martínez será presidente del Congreso de los Diputados. Claro que para ello, al menos, se habrán respetado las formas parlamentarias y un número suficiente de diputados habrá votado por él.

[Estrambote parlamentario: el columnista augura unos ocho meses entretenidos a cuenta de la vicepresidencia de Carmen Calvo. Los signos astrales lo indican. Es el fatum, el hado adverso. Y por ello cabe compadecer a Manuel Marín. Como cabría compadecernos a todos –otra vez el hado—cuando Bono alcance la presidencia del Congreso de los Diputados... ¿Cómo será su toma de posesión? ¿Con qué fervorín folklórico-patriotero obsequiará a Sus Señorías? La cosa periodísticamente promete]

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