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En defensa de Alonso (Fernando)

En defensa de Alonso (Fernando)

domingo 15 de julio de 2007, 23:31h
Una de las mayores 'virtudes' nacionales, el disparo al ídolo para intentar tirarlo, se está produciendo a todos los niveles con Fernando Alonso. Increíble pero cierto: el bicampeón del mundo de automovilismo, adorado y admirado en todas partes fuera de España, pierde apoyos populares e incluso en medios de comunicación de su país. Ha bastado para ello que tras dos años de gloria esté pasando ahora uno de menor relieve, aunque encumbrado al segundo puesto del Mundial, el mismo que ganó en 2005 y 2006. Parece mentira que algo así acontezca, porque es que Alonso sigue en la gloria, en la élite, en la crema de uno de los deportes con mayor fuerza mediática. Porque otra de nuestras 'virtudes', la falta de memoria, que tanto nos perjudica a veces en cuestiones de mayor trascendencia -históricas, políticas y  electorales-, vuelve a ponerse de manifiesto con el asturiano.

Porque al despertar del deporte español, tras la caída de la dictadura franquista,  hasta situarse en los años 90 en el nivel que ocupa el país en el ámbito internacional como potencia media tirando a alta, le faltaba la guinda. Sí, es 
verdad que éramos muy buenos en todos las competiciones internacionales relevantes de los deportes de mayor importancia: Juegos Olímpicos,con alta cosecha de medallas; Mundiales de atletismo; fútbol, de clubes, ya que sobre la Selección es mejor guardar un elocuente silencio; motociclismo; tenis, Copa 
Davis incluida; baloncesto; balonmano; ciclismo etc. Pero nos faltaba rematar con 
la Fórmula 1, en la que jamás habíamos pintado nada. Y, en eso llegó Alonso, que en un lustro escaso, no sólo de hartó a ganar carreras, a lograr podios, a batir récords de precocidad ,sino que adornó  todo ello con dos títulos consecutivos de campeón mundial.

Pues bien, ha bastado que este año, con su cambio de escudería y la aparición en 
su nuevo equipo Mercedes-McLaren de otro 'monstruo', Lewis Hamilton, el bicampeón atraviese más dificultades que en los anteriores para que parezca que sea considerado por muchos un 'mindundi'. Cuánto habríamos dado hasta hace un lustro para firmar que tendríamos a un piloto de Fórmula 1 en la élite, segundo en un Mundial, cuánto. Segundo por ahora, que la competición es muy larga y sin restarle un ápice de mérito a Hamilton, conviene no olvidar que la suerte se ha aliado con él, al no sufrir ningún fallo mecánico en su coche -más cuidado que el del español por sus patronos ingleses- en las carreras transcurridas. Y no es descartable que si la diosa Fortuna deja de soplar a favor del inglés o de perjudicar a Alonso, éste podría superarlo aún.

Pero aunque finalmente el asturiano quedase subcampeón, es un gran entorchado  personal que añadir para él y para el deporte español. Y es en los momentos  difíciles cuando se ve realmente el grado de cariño que suscita y tiene de apoyo 
cualquier deportista. Lo fácil es apuntarse al éxito; lo cómodo, por poner un 
ejemplo muy gráfico, es ser este año del Madrid -ganador de la Liga- tras haberlo 
puesto a parir los tres anteriores en los que no consiguió ningún campeonato. O 
del 'Supersevilla' en estos tiempos de gloria que atraviesa, mientras que cuando 
se acabe la racha los mismos que presumían de su camiseta se hagan del Betis (por  exagerar hasta casi lo imposible nuestro argumento).

En definitiva, reconociendo la libertad de opinión de todo el mundo, no parece de 
buena salud ética y estética personal y colectiva lo que ocurre con nuestro genio del volante. Y si lo criticamos en aficionados, mucho más lo debemos hacer -y lo hacemos- con los periodistas y medios que se han lanzado a la caza y captura del ídolo teóricamente caído. Cuando en tantos países estarían locos por tener un compatriota como Fernando -o incluso les encantaría nacionalizarlo si fuese posible- ,cuando los franceses maldicen a Renault por haberle dejado escapar privando a la marca del doblete mundial que también logró merced al español, aquí parece haberse abierto la veda contra él. Como firmaba aquel perfecto sociólogo que fue, amén de brillante escritor, periodista e intelectual, Mariano José de Larra, ¡qué país!. Como, modesta pero argumentadamente, afirmo y me atrevo a escribir yo: ¡Aúpa Alonso!. Un orgullo y un lujo para el deporte español y olé.
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