www.diariocritico.com
Paradojas de la agitación social en Chile

Paradojas de la agitación social en Chile

miércoles 29 de agosto de 2007, 23:30h
El asfixiante gas lacrimógeno, los violentos chorros de agua y las alarmantes sirenas de los carros policiales dominan el centro de Santiago en este miércoles de “movilización social”. Es mediodía y las tiendas bajan sus cortinas metálicas para evitar saqueos. En las oficinas públicas y en muchas privadas, los funcionarios se aprestan a dejar sus puestos de un momento a otro, antes que la ciudad se quede sin transporte urbano, por el temor de los empresarios a que sus buses sean incendiados por grupos de enardecidos manifestantes.

- ¿Por qué es la protesta? –pregunta un muchacho en un quiosco de diarios.

- Es por… por… Mejor dicho, es contra el Gobierno –responde el encargado del quiosco quien, se supone, ha leído la prensa del día.

-¿Contra el Gobierno? –interviene un transeúnte de edad madura que escuchó la pregunta del muchacho-. No, mi amigo. No puede ser contra el Gobierno.

-¿Y por qué no? –el que pregunta ahora es el tipo del quiosco.

El transeúnte lo queda mirando. Después mira al muchacho que parece interesado en escuchar sus argumentos. Y entonces explica sus razones: la movilización social del miércoles fue convocada por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) que preside Arturo Martínez, miembro activo del Partido Socialista. El Gobierno chileno lo preside la doctora Michelle Bachelet, que desde su juventud milita en el Partido Socialista. La segunda voz de la CUT es su vicepresidenta María Rozas, antigua dirigente del Partido Demócrata Cristiano (PDC). Y la Democracia Cristiana, como bien se sabe, es una de las cuatro grandes corrientes que conforman la oficialista Concertación por la Democracia.

-Es decir –concluye el transeúnte-, las protestas callejeras de hoy no son contra el Gobierno, porque no puede ser que dos partidos de Gobierno estén haciendo oposición.

-Entonces, ¿por qué es la protesta? –pregunta una joven que se ha unido a la conversación junto a varios otros transeúntes.

-Protestan por el alza del pan –informa alguien.

-No, si es por el Transantiago, por este sistema de transportes que no funciona –señala un oficinista que parece estar mejor informado.

-Yo creo que es por el salario mínimo, que el Gobierno fijó en 144 mil pesos cuando la CUT quería 180 mil –apunta una secretaria, compañera del oficinista.

La charla se interrumpe de pronto, por los gritos de alerta que anuncian el regreso de las “fuerzas del orden”. En pocos segundos la esquina del quiosco queda vacía, mientras unos y otros corren en diferentes direcciones, sin tener claro lo que sucede.

Cuando la CUT lanzó su convocatoria para protestar, sus dirigentes anunciaron un “paro nacional” (léase huelga general). Después precisaron que no sería un paro, sino una movilización social, con una marcha por el centro de Santiago. Más tarde puntualizaron que no sería “una” marcha sino varias marchas.

Tal ausencia de claridad contrasta con las contundentes plataformas de lucha que tuvieron los dirigentes sindicales en el pasado, antes del golpe militar de 1973. La misma fuerza tuvieron los sindicalistas que en mayo de 1983 lanzaron las jornadas de protesta contra la dictadura militar de Augusto Pinochet, con Rodolfo Seguel y Manuel Bustos a la cabeza. Eran tiempos en que la CUT podía convertir las calles de Santiago en ríos humanos, con cientos de miles de manifestantes que exigían el retorno a la democracia.

Lo que los dirigentes de la CUT no pudieron explicar ahora, es contra qué protestan, qué exigen, cuáles son sus demandas. Y en vez de una marcha multitudinaria para reivindicar sus derechos, como en tiempos pasados, las calles de la capital de Chile sólo vieron grupos dispersos que no sabían con certeza hacia dónde va el movimiento sindical ni cuáles son sus propuestas.

El Gobierno de la presidenta socialista advirtió en los días previos que no permitiría “desmanes” durante la jornada del miércoles. También aseguró que las marchas no estaban autorizadas en el centro de la ciudad ni en las cercanías del Palacio de La Moneda..

 “No queremos que sigan haciendo el ridículo diciéndonos por dónde pasamos y dónde nos reunimos”, dijo el líder socialista Arturo Martínez, mientras las vicepresidenta María Rozas denunciaba “la violenta represión” que aplicó la policía.

En otros tiempos, Martínez era uno de los dirigentes que denunciaban “la brutalidad de la dictadura militar”. La profesora María Rozas, a quien le fue arrebatada la presidencia de la CUT en 1991 –pese a que obtuvo la primera mayoría en las votaciones- también conoció la mano dura del régimen de Pinochet. Por eso, el 8 de marzo del año pasado, cuando se conmemoraba el Día Internacional de la Mujer, celebró la llegada de la doctora Bachelet a la Presidencia de la República. Y pronunció una frase que tiene plena vigencia en estos tiempos de inquietud social:

“La libertad de la democracia hay que saber usarla”.

------
Enrique Fernández
Periodista
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios