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OPINIÓN/Víctor Gijón

El voto del desastre

El voto del desastre

lunes 10 de septiembre de 2007, 13:03h
Basar el éxito electoral en escenarios de desastres sin cuento crea algunos problemas de difícil solución. Si se acierta en el pronostico negativo todos calvos y entonces nadie se atreverá a saca pecho por haber acertado. Pero si no se cumplen los malos presagios al adivino le pueden lapidar por agorero.
El PP de Cantabria centró todas sus esperanzas de recuperar el Gobierno en el caos que, aseguraban, provocaría la llegada Ejecutivo socialregionalista. Y no acertó en lo segundo, fracasando en lo primero. Pues bien, sus mayores, el PP nacional, ha tomdo la misma senda.

El PP de Mariano Rajoy se prepara para presentarse ante los españoles con un discurso catastrofista y en negativo. Los primeros datos económicos no buenos de estos últimos cuatro años --aumento del paro en agosto, subida de tipos de interés, previsión de un crecimiento económico tres décimas por debajo de la estimación del Ministerio de economía-- han animado a los populares para intentar pescar votos en el río revuelto de la economía. Pero al partido conservador le pueden las prisas. Con tres datos económicos, que además son provisionales, ya ha quemado la nómina completa de adjetivos calificativos.

De hacer caso a Rajoy y a sus voceros mediáticos España está al borde del naufragio. El Gobierno de Zapatero hace aguas y se hunde. Dice el presidente del PP, y desde este lunes candidato a jefe del Gobierno con seis meses de adelanto, que los socialistas han malbaratado la herencia económica que les dejó el Gobierno de José María Aznar. Que lo diga ahora y no antes ya le quita todo el valor a esa afirmación. Pero, por si acaso, un dato. En 2004, cuando Zapatero asumió la presidencia del Gobierno tras la victoria electoral del PSOE, el paro en España estaba en el 11%. Hoy se encuentra por debajo del 8%. Hay, por tanto, miles de españoles que no tenían empleo hace tres años y que ahora si lo tienen. Principalmente mujeres, ya que es en el empleo femenino donde las cifras han evolucionado más y mejor.

Pero el PP es fiel partidario de esa máxima del periodismo sensacionalista anglosajón, tan querido para los periodistas de cámara conservadores, de que nunca se debe dejar que los hechos estropeen una buena noticia. Que la economía vaya bien, a pesar de los lógicos altibajos, no es una buena noticia para populares y voceros mediáticos de su cuerda. ¡Pues ignoremos los datos! Cantabria se hundía y hoy estamos en cifras de paro dos puntos por debajo de la media nacional. Y ahora España se hunde, aunque de momento en Cantabria todavía no nos hayamos enterado.

Magnificar, agrandar, ensordecer con superlativos es la forma de hacer oposición del PP desde el inicio de la legislatura. La reforma del Estatuto de Cataluña rompía España. Pero no hay tal, e incluso el PP, en una de sus ya habituales piruetas demagógicas y oportunistas, ha aceptado incluir los preceptos rompedores del Estatut, que incluso tiene recurrido ante el Constitucional, en los estatutos de Baleares, de Valencia o de Andalucía.

La ley para autorizar el matrimonio entre homosexuales rompía la familia según el PP, que también reclamó amparo al tribunal garante de la Constitución. No se atrevió a defender, como hicieron sus amigos comunicadores integristas, que la homosexualidad es una enfermedad que se cura, tal como asegura un tal profesor Aquilino Polaino, llevado por el PP al Congreso para instruir a sus señorías sobre la posibilidad de hacer, mediante los métodos adecuados, de un homosexual un padre de familia heterosexual de lo más convencional.

Pero Zapatero, no contento con romper España y la familia, también tenía tiempo para traicionar a los muertos de ETA. Y ahí comenzó la mayor impostura que un partido democrático español ha sido capaz de poner en marcha. Tres años acusando al Gobierno de darse el pico con los terroristas, de entregarles Navarra, de insuflarles aire cundo estaban ahogados, de … Y cuando los terroristas son detenidos y se les mete en prisión es a pesar del Gobierno, gracias únicamente a la policía. Esa misma policía que ha sido expuesta, denostada y culpada de colaboración necesaria en el atentado del 11-M, otro de las grandes mistificaciones del PP, del que parece haberse olvidado últimamente, ante la rotundidad de las pruebas presentadas en el juicio celebrado recientemente.

Agotado por tanto el capitulo de la ruptura de la patria, España sigue bien a dios gracias, mientras la familia tiene más ayudas que nunca y ETA ha recibido algunos de los más importantes golpes policiales de su historia, el PP cree llegada la hora de la economía. No me imagino cual será el argumento sensu contrario si en los próximos meses los principales indicadores económicos no secundan la teorías catastrofista de los populares. Claro que un partido capaz de cambiar de discurso según sople el viento y al hilo del sermón matutino del locutor predicador-laico de la COPE, Federico Jiménez Losantos, no deberá tener muchos problemas para donde dijo digo, digo Diego.

Por cierto que Diego, Ignacio, se ha pasado la semana interpretando a los populares valencianos y dándoles la razón por poner como chupa de dómine al Gobierno de la Nación por el bitrasvase Ebro-Besaya. Intentando nadar entre dos aguas y servir a dos causas, Diego no ha sido rotundo a la hora de dejar claro que las criticas de sus compañeros de partido en Valencia partían de un hecho falso: que Cantabria se quedase con agua del Ebro que, no se sabe por qué razón, le correspondería recibir a la comunidad levantina. Su defensa del bitrasvase, en tanto que obra que es en origen proyectada por el Gobierno regional del PP y continuada por el actual, suena a falsa cuando se acompaña de un sarta de ataques desaforados a los presdentes de la Nación y de Cantabria.

El Ejecutivo cántabro ha hecho lo que tenía que hacer con los populares valencianos. Explicarles de que va el bitrasvase y luego ponerles pingando por ignorantes y sectarios. El consejero Francisco Martín, primero, luego el presidente Miguel Ángel Revilla y la vicepresidenta Lola Gorostiaga, para cerrar el vapuleo con una segunda entrega dialéctica del titular de Medio Ambiente.

El debate del agua no tiene ya mucho más recorrido, a diferencia del de la vivienda. La propuesta de la Junta de Andalucía para generalizar el derecho a una vivienda digna para todos los andaluces con rentas familiares inferiores a los 3.000 euros, sirvió a la vicepresidenta Gorostiaga para recordar que una promesa similar estaba en su programa electoral. Convertir el acceso a la vivienda en un derecho subjetivo no es una medida fácil de aplicar ni barata. Pero si se puede tomar es ahora dado el momento de bonanza económica. Que es una medida que puede revolucionar el mercado inmobiliario, en mi opinión para bien, es evidente viendo como ha reaccionado la derecha, que, como el perro del hortelano ni come (hace viviendas sociales) ni deja comer (que otros tomen medidas para construirlas).

Pero de cómo ha dado respuesta a este tema el PP de Cantabria y su periódico de cabecera (no se pierdan la petit editorial de este domingo en El Diario Montañés y el intento de enfrentar a socialistas y regionalistas en este asunto) tiempo habrá de escribir a lo largo de la próxima semana.
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