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Reflexiones ante las urnas

lunes 10 de septiembre de 2007, 14:19h
   Los sondeos indican un empate técnico entre PP y PSOE para las próximas elecciones generales: un punto de diferencia en un sondeo no es significativo, porque el margen de error es superior a un punto. Esta igualdad se explica en el caso del Partido Popular por las experiencias electorales desde marzo de 2004, que muestran que conservó desde el primer momento el voto que logró el 14-M; en el caso del PSOE la explicación ha de buscarse en la inercia de votar al que se supone ganador. Eso no es muy racional, pero funciona así, en España y fuera de España. Las elecciones tienen un componente de juego, y a nadie le gusta apuntarse a perdedor, a no ser que esté muy fuertemente motivado en su opción. Esto quiere decir que los partidos contendientes han de procurar asegurarse un importante sector de electores seguros que los votarán en cualquier circunstancia. Es eso que se llama el suelo electoral.

   Pero hay algunos otros elementos que deberían considerarse también, como la tendencia no a votar a alguien, sino contra alguien. Se dice que las elecciones no tienen ganador, sino perdedores; en España eso es muy verdad, hasta el punto de que es un lugar común preguntar, ante la convocatoria de un homenaje, no a quién se tributará, sino contra quién será. El 14-M eso se vio con mucha claridad: la victoria del PSOE, cuyo candidato era un desconocido para el votante común, se fundó en la oleada de odio hacia José María Aznar que se fomentó tras los atentados del jueves anterior; ¡Y eso que Aznar no se presentaba siquiera! Esto contiene una enseñanza: los partidos con posibilidades de gobernar han de luchar por transmitir la idea de que ganarán.

   Hay otro elemento importante que interviene en unas elecciones: por regla general, es más importante no tener enemigos que tener amigos. Es claro que son importantes las dos cosas, pero es preferible no suscitar rechazo a cambio de no tener seguidores fanáticos, que tener amigos fidelísimos y pagar el precio de cosechar enemigos furibundos. Ésta es la regla general, pero tiene excepciones. De momento parece que Rajoy opta por no tener enemigos, y Rodríguez por tener incondicionales.

   Seguiremos desmenuzando estas reflexiones ante las urnas, por si sirven al lector para formarse criterio. A fin de cuentas, del resultado de unas generales depende el destino de un país durante cuatro años.
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