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El padre nuestro de Iker

viernes 15 de diciembre de 2006, 12:51h

Mi crío, Iker, juega en Infantil Preferente en el “Danok Bat”, un equipo de fútbol bizkaino que tiene su sede en el campo de Mallota, cerca de Begoña. Es alumno de la ikastola Begoñazpi. Anteriormente jugó en “La Merced”. El caso es que nada más llegar de Roma el pasado sábado tuve que ir a verle a las seis de la tarde a Portugalete, ya que el “Danok” jugaba contra el “Asti-Leku”. Ganaron 5-0 y dos de los goles los metió Iker.

A la noche nos contó que en el vestuario el entrenador les había pedido  que rezaran el Padre Nuestro. “Aita -me decía- resulta que solamente otro y yo lo sabíamos y lo recé yo”.

Me gustó que el entrenador, un chaval de 26 años, les pidiera ese gesto, pero me hizo pensar el comentario del crío. Sólo dos sabían el padrenuestro.

Ya se que para los no creyentes que lo sepan dos es demasiado lo mismo que para los que están en contra de todo lo que huela a religión pero yo, como el 90% de los habitantes de Euzkadi que no estamos traumatizados por una educación religiosa, sino todo lo contrario, esto, en el fondo, entristece. En su letra, en el Padre Nuestro lo que se reivindica es el perdón y en los tiempos que corren, no es cosa menor.

Frente a esta realidad ahí la tenemos a la Conferencia Episcopal revindicando la Unidad de España.

Estos días he leído una opinión del ex ministro Semprún sobre el papel de la iglesia bajo el franquismo y su actuación hoy en día.

En un congreso celebrado en Madrid que busca recoger todas las lecturas de la Guerra civil con historiadores dijo que la Iglesia “siendo uno de los apoyos fundamentales de Franco, fue el único grano de arena que impidió que el régimen fuera estrictamente totalitario. “La relativa independencia de la Iglesia fue una vía de agua por la que salieron organizaciones católicas contestatarias. Nada que ver con la bochornosa situación actual”, añadió.

Frente a esto, y en esta fermentación sobre lo ocurrido hace setenta años también en Catalunya se habló de estas cosas.

“La unidad de España no es cosa de obispos y sacralizarla hubiese sido un gravísimo error”. Esta es la principal conclusión del congreso organizado en Barcelona por el Grupo San Jordi, con la presencia de destacados políticos, varios prelados y un nutrido grupo de teólogos e intelectuales catalanes y vascos.

Entre los políticos, destacaba la presencia del ex presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, que pronunció una conferencia muy aplaudida. A su juicio, los obispos catalanes y vascos consiguieron limar el documento que el sector más conservador quería imponer “sacralizando la unidad de España”. Algo que les agradeció “vivamente”, porque “no se puede utilizar el argumento religioso o teológico para imponer una determinada, única y excluyente idea de España”.

El ex president, tras reivindicar “las raíces cristianas de España y de Europa”, invitó al episcopado catalán a asumir abierta y claramente la defensa de los valores catalanes. “La Iglesia catalana tiene que defender a Cataluña y al nacionalismo. Los obispos catalanes tienen que defender con energía y contundencia que la realidad diferencial catalana sea respetada también a nivel de Iglesia”, dijo Pujol. Y eso se concreta a su juicio, “en la creación de unas estructuras eclesiales propias”, es decir en la creación de una conferencia episcopal catalana.

Entre los asistentes, tres obispos: Carles Soler, titular de Girona; Joan Carreras, auxiliar de Barcelona, y José María Guix, emérito de Vic. Ninguno de los tres se pronunció sobre la eventual conferencia episcopal catalana. Pero monseñor Carreras mostró su preocupación por el hecho de que “algunas voces del Episcopado español tuviesen la intención de sancionar en nombre de la fe un tipo de unidad de España”, al tiempo que reconocía que “la Iglesia que peregrina en Cataluña es y debe ser nacionalista” porque “el nacionalismo es una reacción defensiva”.

Otro político que intervino en las jornadas, el socialista Josep Carbonell, presidente del Consejo Audiovisual de Cataluña, sostuvo abiertamente que “hay un sector, mayoritario de la Conferencia Episcopal, que está alineado con las tesis del PP” y que intenta acabar con el estilo “más abierto y plural” de la iglesia catalana.

En el mismo sentido se pronunció José María Cullel, ex conseller de la Generalitat con Pujol y actual asesor económico de la Santa Sede. A su juicio, “la Conferencia Episcopal española es una correa de transmisión de Faes y del PP”. De ahí que la “instrucción fuese una encerrona”, fruto “de la obsesión por el unitarismo social y eclesial de algunos prelados”. Más aún, a su juicio, con actitudes como ésa, el Episcopado español está “contribuyendo al actual clima de crispación”. El asesor económico del Vaticano reconoció que “la Iglesia catalana no consigue hacer oír su voz ni en Roma ni en Madrid y, concretamente, en el Vaticano no tiene peso alguno”.

Ni la vasca, añado yo. “¿Pero a ti te extraña que los niños no sepan el Padre Nuestro ante este panorama?”, se me podrá preguntar. Pues si. Porque peor Jerarquía Eclesiástica que la franquista no pudo haberla habido y sin embargo el vasco distinguió claramente entre la Jerarquía y lo que es la Iglesia y mantuvo en la intimidad, en su hogar y en su actuar el mensaje evangélico. Algunos pudieron perder la fe, pero conservaron sus categorías. Hoy, al parecer, ni eso.

Me alegro pues que Iker sepa el “Aita Gurea”. Igual por eso metió dos goles.

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