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La amenaza

La amenaza

Por Gabriel Elorriaga F.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
lunes 25 de agosto de 2014, 08:08h
            Este es un verano abundante en temas informativos de primera plana de diferente clase: Corrupción, economía, emigración, enfermedades, etc. Pero el gran tema de dimensión universal es el desafío del "yihadismo" y otras fieras manifestaciones del fundamentalismo islámico, que mantiene abiertos escenarios bélicos en Siria, Irak, Libia, Palestina, Afganistán o cualquier otro lugar donde la deficiencia de los poderes públicos ha permitido el despliegue de sus filiales fanáticas. No se trata de un problema circunscrito a las áreas geográficas del mundo islámico sino de una amenaza proyectada contra todo el que llamamos mundo occidental, con un eufemismo que encubre la raíz de las sociedades basadas en valores humanísticos cristianos. Un mundo al que no basta en calificar como democrático pues el vulgar uso del término lo ha desprovisto de su significado sustancial. Si democrática es cualquier cosa que ha sido impuesta por una mayoría atemorizada de votantes en un espacio determinado, aunque sea pecando contra la vida, el libre albedrío, la igualdad de los sexos o de las razas, el adjetivo nos sirve de poco.
 
            En primera línea de las amenazas está Europa, no solo por razones de proximidad geográfica sino porque el desplazamiento de grandes núcleos de población procedente de las capas más sensibles, precisamente por el desarraigo y la desesperación que las ha llevado a dicho desplazamiento, a cualquier predicación de odio y resentimiento contra la sociedad infiel visible como mejor instalada, lo que hace que sea en el interior de Europa donde tienden sus redes de reclutamiento los pescadores del terror. Dentro de este espacio crítico, entre el norte de África y el sur de Europa, España no es solo un puente de paso sino un obsesivo motivo de odio reivindicativo que, en algún grado, está favorecido por los engaños del "buenismo", la falta de sentido de la defensa y el relajo de los valores históricos de la españolidad entre los propios españoles que viven en la peligrosa somnolencia de ciudad alegre y confiada, donde se cree que lo que se tiene se tiene porque se merece, sin necesidad de esfuerzo ni fortaleza para mantenerlo.
 
            Un día nos cuentan que un ciudadano español llamado Mustafá Maya Amaya dirigía desde Melilla una de las redes de reclutamiento que el Ministerio del Interior consideraba más peligrosa. Otra, más recientemente, funcionaba en Ceuta al servicio del grupo Estado Islámico, emanado de los gérmenes de Al Qaeda. El carnicero Mohamed Handuch, que ha posado con las cabezas cortadas de sus enemigos antes de que un británico enmascarado degollase a un periodista ante la televisión, resulta estar casado con una española. Las jovencitas detenidas en la frontera hispano-marroquí camino de integrarse en las filas yihadistas eran de nacionalidad española. Son detalles que alertan de que la amenaza del yihadismo que degüella, crucifica y ahorca como métodos de convicción tiene en España un plus especial de peligrosidad y de cercanía. Otros yihadistas aparecieron no hace mucho con un mensaje difundido por internet como portavoces del tal Califato o Estado Islámico, hablando en un español aprendido durante estancias aquí, con el mensaje de: "España es tierra de nuestros abuelos y nos vamos a abrirla". No es un lenguaje pintoresco sino el mismo lenguaje que en otros siglos provocó la contestación de: "Santiago y cierra España". Abrir España es una acepción de un verbo árabe usado para describir las invasiones territoriales que intentaron no sus abuelos ni tatarabuelos, pero sí otros islamistas que costó Dios y ayuda devolver a su casa, tras mantener a los españoles, cristianos, latinos y visigodos, en estado permanente de guerra e inseguridad durante ocho siglos.
 
            Estos elementos retardatarios de la historia de la humanidad que permanecen anclados en anacronismos sociales, económicos y culturales remotos, actúan dotados de armamentos repugnantemente cedidos por el mundo industrializado ya que, por sí mismos, no son capaces de fabricar ni un reloj de pilas. Pero su amenaza debiera ser un factor a tener en cuenta para que los españoles comprendan la necesidad de sobrevivir fuertes y unidos y no tragarse las fantasías de los tontainas del nacionalismo que creen que las fronteras pueden trazarse a gusto del consumidor y mantenerse por la benevolencia ajena Al Ándalus no es Andalucía, habría que explicarles a esos tontainas de la fragmentación y el buenismo que se preocupan por el culto en la mezquita de Córdoba, sino España entera, "el paraíso perdido de los musulmanes", como afirmaba en una declaración Al Qaeda. También es Al Ándalus Barcelona "perla del mediterráneo" y hasta la Guipúzcoa donde mangonea Bildu. Así, este peculiar verano, un simpatizante yihadista pudo exhibir un cartel en la playa de La Concha de San Sebastián de apoyo al Estado Islámico y no lo firmó en euskera sino en español: "San Sebastián. Al Ándalus". Como una futura dirección postal. Para que vayan tomando nota los tontainas del derecho a decidir que creen que sus libertades se defienden con la guardia municipal. Para todos los terroristas España es indiscutiblemente una y su unidad es la fortaleza a batir de todos los terrorismos como nación entera de ciudadanos libres que se opone a sus atroces proyectos. Visto lo que estamos viendo, nadie sueñe que si los muros de la nación se agrietan va a venir nadie de fuera a defendernos.

Gabriel Elorriaga F.

Ex diputado y ex senador

Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.

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