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'La cocina de los monólogos'

Degustación y disfrute a tope de la risa inteligente

Degustación y disfrute a tope de la risa inteligente

lunes 19 de noviembre de 2007, 18:26h
Talento, creatividad y humor del mejor es lo que ofrece 'La cocina de los monólogos', en el Teatro Fígaro de Madrid. Es justo, necesario e imprescindible desgustarlo y disfrutarlo a tope.
Toda una lección de humor. Toda una cascabeleante tonelada de creatividad. Todo un festoneante océano de talento y esfuerzo. Tales y otros calificativos similares son justo y necesario aplicarlos al espectáculo que nos ofrece el Teatro Fígaro de Madrid. Con el protagonismo de una terna de lujo, que ya viene de triunfar en Barcelona: Albert Boira, Txabi Franquesa -en la foto- y Toni Moog. A los que se une, en sustitución de este último en algunas funciones Juan José Baquero.

En esta época posmoderna y olé en que destaca el humor zafio, las insolencias e insultos como espectáculo televisivo, teatral, político e informativo, hay que agarrarse a 'La cocina de los monólogos' para romperse a reír a mandíbula batida y a sonreír con las neuronas desplegadas al máximo  para captar las sutilezas que en ocasiones disparan igualmente los protagonistas, que proceden de ese inagotable torrente que es la Paramount Comedy.

No en balde, tal mezcolanza ya es la crónica de una risa anunciada, porque el subtítulo bajo el que nos convocan reza así: el humor que nos sale de los... fogones. Y de eso se trata. Con la excusa de pedir al público alguna frase para agarrarse a ella y largar cada uno del trío alrededor de 40 minutos su monólogo mitad parido en el momento, mitad guardado en el disco duro con el que salen al escenario.

Así, el más veterano de la terna, Albert Boira, deja ya el nivel muy alto con su doble faceta de humorista-monologuista y mimo dotado de una tremebunda facilidad para saltar de unos temas a otros, siempre con el talento desplegado. En su caso la mezcla es explosiva con esta mímica gestual y corporal tipo Tricicle a la que añade la más surrealista y ácida versión de Gila.

Mas no importa que se lo ponga difícil a Franquesa, que apuesta por el otro lado de Gila, el de las sobreactuaciones como hombre primitivo -pero con chispa y sabiduría popular-  en temas de mayor calado sexual e incluso eclesiástico. Algo así como lo (poco) bueno que tuvieron Pajares y Esteso pero con clase, mucha clase y sin ninguna chabacanería.

Y en la función a que asitió este crítico, el tercero en subir al escenario -decorado con unos cacharros de cocina, más que nada para justificar el título- fue Baquero, que platicó en una línea más pura del monólogo, chistes incluidos, que caló de forma parigual en los espectadores.

Afortunados espectadores, muchos de ellos convocados por el boca a boca de los que habían tenido la inmensa suerte de disfrutar en esta 'cocina' de sabrosísimos platos humorísticos. Por cierto que algunos de los asistentes repetían, porque el espectáculo es distinto cada día y seguían desternillándose con las nuevas creaciones. Y esa es la recomendación final: apresúrese a ir al Fígaro, a desgustar un menú humorístico sublime sin interrupción. 
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