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Myriam Ruiz

La Navidad que quiero vivir

La Navidad que quiero vivir

sábado 23 de diciembre de 2006, 15:15h
En un Mensaje de Navidad titulado "Navidad: invitados a vivir el don de la paz" y dado a conocer esta semana en Chile,  el Presidente de la Conferencia Espiscopal de Chile, Monseñor Alejandro Goic, afirmó que "un país que crece económicamente pero disminuye en felicidad, es un país que no sabe dónde están las fuentes de su alegría, o que no encamina sus pasos hacia ellas".

Estos líderes católicos mencionaron de paso que entre los acontecimientos que han ocurrido en Chile durante este año, ha habido manifestaciones que denotan enfermedades en el tejido social. "Hemos visto comportamientos que no son nobles, situaciones de violencia y agresivas descalificaciones que agrandan heridas aún no cicatrizadas" en una clara alusión a lo que se generó este mes con fuertes disputas políticas entre el Gobierno y la derecha y las duras imágenes de división que Chile mostró al mundo con motivo de la muerte de Augusto Pinochet.

Pero, al mismo tiempo, los sacerdotes dijeron en su dura declaración que "constatamos que una inmensa mayoría de chilenos ha vivido con serenidad los acontecimientos más remotos y recientes de este año. Apreciamos la cordura, sensatez, apertura al diálogo y grandeza de muchas autoridades, dirigentes, instituciones civiles y militares, y ciudadanos de todos los sectores que sólo anhelan un país mejor para las nuevas generaciones", señalaron los pastores.

A solo horas de la Navidad, y cuando el calor nos sofoca y nos aleja de la imagen de una navidad con nieve y chimeneas, me duele reconocer que los pastores católicos tienen mucha razón: el crecimiento y la prosperidad nos hace olvidar a veces nuestras raíces y no siempre incrementa nuestros niveles de felicidad.

A mi me gusta enviar tarjetas escritas a mano y recibir cartas desde lejos; me gusta dedicarme noches enteras a envolver regalos a escondidas; me encanta hacer la carta con los niños al Viejito Pascuero (el Santa Calus, o Papa Noel de otros) pero más que nada me gusta vivir a emocion de creer... creer que este es un tiempo de amor, reconciliación y esperanza.

De seguro en Chile seguiremos creciendo. Quiera Dios que podamos hacerlo sin olvidarnos quienes somos, sobre todo en esta maravillosa época de Navidad, en que el recuerdo de un humilde niño que nació nos demuestra que siempre las cosas grandes nacen de las más pequeñas.
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