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Errores en precampaña

Errores en precampaña

martes 08 de enero de 2008, 22:50h

Hace meses que los partidos políticos trazaron las grandes líneas de sus campañas electorales ante la proximidad del final de la presente legislatura, formulando las variables que podrían introducirse en razón a los nuevos acontecimientos políticos o de otra índole. Nada hacía presagiar a la salida del último verano que fueran a producirse cambios sustanciales en la situación política, tensa pero estabilizada en unas cuestiones que se venían debatiendo desde tres años atrás: educación, terrorismo, política exterior y ordenación del Estado. Puede decirse que alguno de estos temas parecía desgastado, pero no era dudoso que todos ellos renacerían como cuestiones centrales en el período preelectoral.

Sin embargo, puede afirmarse con relativa  seguridad que entre aquellas variables o acontecimientos nuevos no se previeron, con la intensidad que se han presentado, las repercusiones de la crisis hipotecaria en el crecimiento del producto interior, ni el repunte inflacionario y del desempleo, ni tampoco los percances en el funcionamiento de los servicios de las grandes infraestructuras. En otras palabras, casi todo aquello que el gobierno podía presentar como datos positivos en su balance de gobierno. Las justificaciones a todos estos fenómenos negativos son de difícil venta, porque los precios del petróleo o la crisis inmobiliaria también han afectado a otros países sin acarrear las consecuencias que se han puesto de manifiesto en España.

En el campo de la oposición también han aparecido algunos factores que obligarán a modificar supuestos que se consideraban elementos importantes de su campaña electoral, como ha ocurrido con el cambio en la política antiterrorista, las correcciones favorables en política exterior y los efectos directos de medidas tangibles en política social.

Pero si todo lo anterior es comprensible y el electorado puede asimilarlo sin cambiar su voto  -de hecho las variaciones en la intención de voto no han sido notables- no se entiende que el gobierno o los partidos políticos cometan errores de bulto que pueden tener un influjo electoral decisivo porque lo del empate técnico es una realidad en la generalidad de las encuestas. No se entiende, por ejemplo, que el gobierno se haya empeñado en sacar adelante y sin matices el canon digital y que, por el contrario Rajoy preconice su desaparición si gana las elecciones, porque una cosa es respetar los derechos de autor y otra bien distinta suponer que se defraudan universalmente tales derechos. Ni es entendible que el partido popular acepte implícitamente el patrocinio de la jerarquía eclesiástica con su cruzada por la familia tradicional  -Dios los cría-, ni que desde el PSOE y desde el Gobierno se rasguen las vestiduras y acudan al trapo ¿Es que no lo sabían? Son solo dos ejemplos, pero hay más

Las elecciones de Marzo se ganarán más por los errores de cada parte, bien administrados por la contraria, que por los aciertos. Los  asesores áulicos de los líderes políticos tendrían que tenerlo más  en cuenta, porque los aciertos se venden más fácilmente. En esta carrera que ya ha comenzado y que muchos comentaristas comparan con las rebajas comerciales por la constelación de promesas que surgen por todas partes, sería inteligente ante el electorado no mover demasiado las cosas por actos voluntarios erróneos porque, para suerte o desgracia de unos y otros, los factores externos pueden influir en buena medida en los resultados electorales. Al menos que les quede el consuelo, a los que pierdan, de  no haber sido por su culpa.

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