Negociaciones imposibles

En pocos días, el Rey don Juan Carlos, cuya ausencia en la Terminal de Barajas ha resultado escandalosa para no pocos ciudadanos, sin embargo, ha hecho dos referencias a la conveniencia de que se regrese o se recupere la unidad frente al terrorismo etarra. Primero, en el mensaje navideño, anterior al atentado de la Terminal del aeropuerto, y ahora en la celebración de la Pascua militar, donde los rostros de los participantes estaban mucho más contrariados y severos. En parecido sentido se muestra la opinión de los encuestados en El Mundo y ABC: el ochenta y el setenta por 100, respectivamente, de los españoles, desean que se regrese al pacto antiterrorista o censuran la respuesta a Zapatero al atentado.

   En definitiva, es evidente que el atentado ha causado una agitación indeseable y sumamente incómoda en el 'cuerpo social' de la nación, aunque es seguro que no existe unanimidad en la fórmula para resolver un viejo problema llamado terrorismo con origen en Euskadi. ¿Regresar al pacto antiterrorista resuelve el problema? No parece nada evidente que la solución sea 'extinguir' a los ciento y pico mil votantes de una opción llamada Batasuna, ni siquiera conducirlos a todos a la nueva fabricación de cárceles de altísima seguridad que sería preciso edificar con la mayor urgencia. Bien, volvamos a ese pacto antiterrorista que el PP aceptó contra su propia opinión, porque era iniciativa de Zapatero, y que ha venido vendiéndonos en los dos últimos años como procedimiento salvífico para resolver el gran problema llamado terrorismo etarra, independentismo euskaldún o un poco de cada. Ya han dicho desde el PP que modificar ese pacto les resultaría inaceptable, con lo cual, los nacionalistas catalanes y vascos y gallegos seguirían estando fuera del pacto y de esa formulación 'milagrosa'.

   Por si fuera poco, los populares no se creen que Zapatero vaya a renunciar a su proyecto  de querer incorporar a los abertzales más racionales a las normas de juego de una democracia. Es decir, que las gestiones que en los próximos días tiene que hacer Rubalcaba para llegar a ese mínimo entendimiento entre los partidos resultarán sumamente problemáticas, y reclamarán, una vez más, las formidables capacidades del prestidigitador que hoy se ocupa de Interior. Después de todo, en la dirección del PSOE siempre quedará otra desconfianza no menor: ¿Por qué siempre el PSOE apoyó cualquier iniciativa del gobierno del PP en materia antiterrorista, incluido el intento de llegar a un acuerdo con ETA, y esta vez Rajoy y Acebes y Astarloa han roto estruendosamente esa norma no escrita de que la segunda fuerza política apoya incondicionalmente al Gobierno de la nación? ¿O será que el atentado etarra ha venido a reforzar a la zona más 'extrema derecha' del PP, que parecía estar reclamando alguna clase de golpe mortal de los asesinos para cargarse de razones? La semana entrante, concluidas las vacaciones navideñas, significará regresar a la cara de perro de siempre.