Nada está ganado o perdido

Esa es la impresión que en estos días se esfuerzan en transmitir los dirigentes políticos Zapatero y Rajoy. El primero, para que los suyos no se confíen y bajen la tensión de tener que votar para ganar, a ser posible por una ventaja que permita gobernar con cierta comodidad, sin tener que hacer aportaciones insoportables a eventuales socios.  Los segundos, los de Rajoy, y en particular el propio candidato, se estás esforzando en su resistencia: nada está perdido y todo puede aún ganarse el domingo que viene si los ciudadanos advierten las ventajas del candidato popular sobre el candidato socialista. De manera que la cuestión es mantener el interés, después de unos días en que las últimas encuestas publicadas y publicables, primero, y luego el segundo debate electoral televisivo, mantuvieron muy altas las atenciones generales y hubo permanentes apuesta sobre la probable victoria de Zapatero.
Así las cosas, también valdrá la pena prestar atención a lo que vienen diciendo los candidatos de "los segundos partidos", IU, CiU, PNV y ERC, en particular. Todos y cada uno tienen esperanzas, más o menos fundadas o sólidas,  sobre qué harán después del 9-M, y cada uno de ellos parece aspirar a alguna clase de matrimonio con un PSOE que, según desean fervientemente, no obtenga mayoría absoluta y en cambio tenga una inapreciable voluntad y necesidad de llegar a acuerdos estables con algún otro partido. Todos, naturalmente, condicionan y ponen precio a su "ayuda". En esta campaña, es especialmente llamativa la invitación de Llamazares a ofrecerse a completar un gobierno netamente de izquierdas, y con propuestas claramente más sociales y avanzadas en estas materias. Los convergentes de Durán se ofrecen pero "hasta cierto punto", conscientes de que el tripartito catalán puede seguir condicionando a Zapatero, aunque éste no ha ocultado que hubiera preferido la colaboración de socialistas y convergentes, prescindiendo, particularmente de Ezquerra. El PNV también ha hecho saber ya a Zapatero en qué condiciones estaría dispuesto a cooperar. Naturalmente, todos estos representantes de las fuerzas "de segundo nivel" están a la espera del resultado final, y en función de él condicionarán su aportación. No es lo mismo un PSOE necesitado de media docena de votos, de diez o doce, o que pudiera disponer de una mayoría absoluta que le permitiera acudir a la sesión de investidura sin necesidad de pactar apoyo exterior alguno. Ésa es la situación que no descartan, y que menos complacería a esos grupos mencionados. Por cierto, ninguno de ellos menciona ya, aunque no la excluyan, la eventualidad de que el PP les solicite algún apoyo, en el supuesto de que resultaran el partido más votado y con mayor número de escaños. Pero, de momento, la gran preocupación es ésa otra: que nadie se desmovilice, que se mantenga la tensión y que no falte el voto de nadie. Nada está ganado y todo está en manos de los votantes del domingo.