La Asociación El Defensor del Paciente denunció este jueves, a través de un comunicado que recoge el relato de un familiar de un enfermo durante su ingreso, que "investigue" la atención sanitaria y el trato que reciben los pacientes del Hospital Ramón y Cajal, depure "las responsabilidades oportunas", de explicaciones y subsane la situación.
En la carta, María Crespo, hija de Francisco Crespo, enfermo oncológico que pereció en el Hospital Ramón y Cajal el 16 de octubre pasado, denunció la "incompetencia" y "la dejación" que recibieron del personal sanitario del centro, y "el desamparo y la indefensión" que viven actualmente los pacientes y familiares en la planta de oncología, "donde los enfermos tienen que resignarse a su mala suerte y mentalizarse de que van a morir".
María Crespo Gónzalez expone que, durante su estancia en el centro, su padre se infectó con una bacteria del hospital y las enfermeras de planta se negaron a llamar a un médico "porque no lo consideraba grave". Siguiendo la versión de la familia, posteriormente un médico comprobó que la infección era muy grave "y estas horas perdidas y los potentes antibióticos que le administraron precipitaron su muerte".
"Sin conocimientos médicos"
"Si a un paciente le surge un problema está expuesto a la valoración de las enfermeras que, sin conocimientos médicos, deciden si lo que sucede es una urgencia como para llamar a un médico de guardia y esto no me parece lo más adecuado, pues el enfermo debería tener una vigilancia continuada de su estado, sobre todo si está en fase preterminal", reclamó María Crespo.
A su juicio, la falta de médicos, enfermeros y celadores se hace más patente en el Hospital Ramón y Cajal los fines de semana y festivos, "como si la enfermedad diera tregua en estos momentos". Respecto a las condiciones higiénicas, los familiares exponen los servicios de limpieza "dejan los pañales sucios durante horas en las habitaciones y sólo recogen los vómitos y orines cuando les toca el turno".
Sin tiempo
María Crespo aseguró que los enfermeros no vigilan si los pacientes con alhzeimer toman su medicación "porque no tienen tiempo para todos" y que los familiares no pueden tener intimidad en los peores momentos del residente "porque tienen que vivir el sufrimiento, el mal olor y las malas noches del compañero de habitación y guardarse el pudor y dignidad en el bolsillo hasta el mismo momento de su muerte".
"Cuando mi padre moría, a su nuevo compañero de habitación le traían la cena. Sólo una cortina nos separaba. No puedo expresar el dolor que se siente en esos momentos, silencioso además por respeto a la gente que está al otro lado de esa cortina manteniendo su entereza para no derrumbarse y cenar como si no pasase nada, seguir con su lucha", refirió la hija del fallecido.
"Pelotón de fusilamiento"
Los familiares del fallecido criticaron que el hospital no tuvo consideración hacia sus sentimientos y no atendió debidamente las reclamaciones que interpusieron en Atención al Paciente, "limitándose a responder que no se le negó la asistencia médica y que la enfermera actuó bien". "La sensación que se tiene en la planta de oncología es la de un pelotón de fusilamiento: cada día se exponen en el paredón y nunca saben cuándo les va a tocar a ellos", añadieron.
Por último , María Crespo insta a los familiares y enfermos de la planta de oncología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid a que expresen todas sus necesidades para conseguir más personal sanitario de todo tipo, mejorar la limpieza de las instalaciones, recibir más calidad de vida, "para que las enfermeras sonrían de vez en cuando y el paciente no sienta que está abusando al solicitar su presencia, y, cuando ya no haya remedio, puedan morir tranquilos en la intimidad de su familia".
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