Zapatero, Rajoy, Esperanza y Maragall

Obviamente los dirigentes políticos obtienen un plus de notoriedad y de presencia en los medios por la sencilla razón de que lo son, y de que representan como ningún otro a los diez u once millones de votantes que han sumado. Zapatero, en este instante, ha dejado para los medios visuales una foto estremecedora, en la que da la espalda al "emperador del mundo", George Bush. No sólo no hubo el anunciado encuentro con el presidente estadounidense, anunciada en su momento por la Casa Blanca, sino que se produjo ese desencuentro bien visible, que precisará de alguna clase de explicación. Zapatero, además, ya se ve ante los problemas de cada día: la grave escasez de agua para los barceloneses y cómo resolver esa carencia, por ejemplo, o la eventual colaboración con el PNV para expulsar de los ayuntamientos vascos y navarros a los proetarras de ANV, al menos a sus alcaldes o alcaldesas. Y luego, por supuesto, la investidura y cómo afrontarla. ¿Se resigna a la segunda votación? Es posible. Dice el propio presidente que la legislatura "empezará igual si soy elegido en la segunda vuelta y el Gobierno funcionará exactamente igual".

Pero aún quedan algunos días en este fin de semana, en los que Zapatero, Alonso y Blanco pudieran hacer alguna clase de gestión exitosa, por lo menos para que los nacionalistas de CiU y PNV, e incluso los dos grupos restantes, IC-ERC-BNG (siete escaños)  y CC-Na-Bai y Rosa Díez (los cuatro escaños restantes) no voten en contra, sino que se abstengan, por lo menos alguno de ellos. Pero para ver el voto final, y por lo que van anunciando, será preciso esperar a escuchar el discurso del candidato presidencial. Eso sí, tal y como trascurren los acontecimientos, tendremos una legislatura en la que el jefe del Gobierno no parte de ningún condicionamiento previo ni pagará peaje alguno a los nacionalistas a cambio de su voto.

Por lo que se refiere al PP y su máximo dirigente, Mariano Rajoy, se esfuerza por tranquilizar algunos ánimos exaltados y enfadados en su propio grupo, después de las primeras decisiones adoptadas, tanto su propia continuidad en el liderazgo como la renovación que ha iniciado con la designación de Soraya, SSS. Venía advirtiendo Rajoy que "el ruido frívolo de Madrid impide oír el sonido limpio de las provincias".

El primer movimiento ha sido un almuerzo privado con Esperanza Aguirre. Era público y notorio en los mentideros políticos de Madrid que Aguirre estaba seriamente enfadada con su líder ya antes y después las elecciones del 9-M. Antes, porque fue marginada de los mítines de mayor relieve. Y después, porque fue ignorada en las primeras decisiones, de las que fue informada "por la prensa". Ni siquiera había recibido una felicitación por los buenos datos de votantes registrados en Madrid. Pues bien, dice un cronista que Rajoy invitó a comer a Esperanza Aguirre para limar asperezas, aunque el almuerzo no aclaró las intenciones del líder del PP ni las de la presidenta. En otra información, se asegura que Rajoy y Aguirre estuvieron tres horas a solas para frenar una posible alternativa. En otra crónica, se señala que ese encuentro, de tres horas en el reservado  de un restaurante de lujo, quedó en tablas, pero que numerosos populares críticos con Rajoy habían telefoneado a Aguirre en los últimos días.

El cuarto personaje al que bien valdrá prestar atención es al ex presidente de la Generalitat Catalana, Pascual Maragall, por razón del artículo periodístico en que revela su situación personal en su lucha contra el Alzheimer que padece. Dice Maragall: "Sepan  que soy feliz, tengo más amores de los que necesito, una familia que no me merezco y amigos de verdad. No tengo ningunas ganas de morirme, pero no me alarguen la vida innecesariamente". La amenaza  de una epidemia de la caída de la memoria es aterradora, porque la vida se alarga. Nos acercamos a un mundo más humano, en el que la muerte no tiene que ser una tragedia ni la vida una imposiciones el Maragall de nuestros días y su lucha por la vida.