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Animaliños

miércoles 17 de enero de 2007, 18:49h
TITO B. DIAGONAL
Barcelonés de alta cuna y más alto standing financiero, muy apreciado en anteriores etapas de este diario, vuelve a ilustrarnos sobre los entresijos de las clases pudientes

Me ha llamado, desde su cortijo en el Aljarafe sevillano, tío Manolo, el cuñado de mamá. Quería saber si esta mañana hemos cumplido con la tradición de la bendición de animales domésticos y/o pecuarios, dado que hoy es la festividad de San Antonio Abad, patrón de estos seres vivientes. Y, efectivamente, amadísimos, globalizados, megaletileonorizados y bendecidos niños y niñas que me leéis, al mediodía, el capellán de mamá, convenientemente revestido de sobrepelliz y estola, ha pasado por el jardín del palacete familiar bendiciendo convenientemente a Nelson, mi adorado galgo afgano, y a Diablo, Satán y Demonio, los tres rottweilers encargados de la vigilancia casera, además, de hacerlo con otras mascotas del personal e servicio, incluyendo una iguana vegetariana de Abilio, el jardinero (un ecuatoriano con pose de indio quechua, a lo Evo Morales) y a Margarita, la serpiente pitón de cinco metros de longitud, que mi sobrino Luis-Edua se trajo como recuerdo de uno de sus viajes, y que tiene alojada en uno de los cuartos de invitados.

Sí estas criaturitas del Señor, merecen todo nuestro apoyo. Y está bien que, en esta festividad tan entrañable, se les lleve a recibir la bendición divina. Así seguimos el ejemplo de San Antonio, el anacoreta que en su retiro de la Tebaida, veía como los animalillos venían a postrarse a sus pies, acompañándole en sus loas al Creador.

De hecho, a mí, fiel seguidor de las entrañables tradiciones hispanas, se me ha ocurrido, además, que el capellán de mamá, pasase luego a bendecir a nuestros obreros y empleados. Es más, incluso, rindiendo tributo a la modernidad tecnológica, le pedí que, por Internet, bendijese a todos aquellos que trabajan en Diariocrítico.com, a los que mi gran amigo galaico, Antonio Moure de Andrade, llama cariñosamente “animaliños” (calificativo que, por cierto, les va muy bien a muchísimos miembros y miembras de la canallesca, y no quiero citar nombres).

Porque, pequeñines/as míos/as, las criaturas animales necesitan también de la protección divina. Me comentaba este mediodía mi amigo, Elisardo de Serrano, que en su Madrid de socavones y atascos de tráfico, por ejemplo, alguno párrocos advirtieron a sus feligreses que bendecirían animales, siempre y cuando fuesen bichos genuinos, y no figuras de peluche. Que estos tiempos de realidad han llegado hasta eso, hasta que la gente, por seguir el rito, lleven un canguro de peluche, made in China, a que le rocíen con agua bendita.

Claro que, puestos a bendecir animales, tampoco estaría de más que como diez o doce capellanes, por ejemplo, se pasasen por el Congreso de los Diputados y por el Senado, (en las otras autonomías autonómicas de la España multicolor, en sus parlamentos respectivos, deberían hacer lo mismo) para rociar con agua bendita bien cargada de divinidad a todas Sus Señorías. Que buena falta les hace, ¿no?. Sí, ya sé que esto suena a diatriba federicojimenosantera, pero si se bendicen, en la festividad de San Antón, a animalitos supuestamente irracionales, ¿por qué no se van a bendecir, también, a animales supuestamente racionales?. A lo mejor hasta cogían un poco de sentido común.

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