Hoy se celebra el Día Internacional del Trabajo, con grades desfiles y concentraciones de trabajadores en casi todos los países del mundo.
En el Ecuador, cada primero de Mayo, deberían exhibirse los logros del año para reducir el desempleo y el subempleo y, como una significativa señal de las condiciones laborales en el país, los datos sobre el flujo de emigrantes.
El índice de desempleo se ubica en alrededor del 7,5% y el del subempleo en el 46,8%. Las dos tasas que sobrepasan el 50% señalan una lucha evidente para afrontar la pobreza y el subdesarrollo: generar empleo. Este es un objetivo nacional clave. Pero esta tarea implica conjunción de esfuerzos públicos y privados, contar con reglas claras para la inversión, prácticas de seguridad jurídica, confianza empresarial, estímulo e incentivos para la producción y la competitividad y un sostenido crecimiento de la economía. Por desgracia, en el Ecuador, las políticas del Gobierno van a contracorriente. El bajo crecimiento del PIB de 2007 amenaza, según diversas previsiones, con repetirse. No existen estabilidad jurídica ni una política de incentivos al sector productivo y la inversión privada. Además se han advertido sobre las consecuencias contrarias para la generación de empleo por la eliminación de la tercerización, la intermediación laboral y el contrato por horas. De otro lado, el continuo flujo de emigrantes es una señal reveladora de la situación laboral en el país y la aspiración de miles de ecuatorianos de mejorar sus condiciones de trabajo.