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Entender a los que entienden

Entender a los que entienden

jueves 19 de junio de 2008, 20:38h
TITO B. DIAGONAL
Barcelonés de alta cuna y más alto standing financiero, muy apreciado en anteriores etapas de este diario, vuelve a ilustrarnos sobre los entresijos de las clases pudientes.
Tengo división de opiniones entre el elemento familiar. En concreto, dos cuñados de mamá, tío Mauricio –que vive en París y sigue felizmente soltero—y tío Manolo, residente en su cortijo del Aljarafe sevillano, me han bombardeado desde anoche con sus visiones contrapuestas. Y todo a propósito de esta última salida del cofre de Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, condesa de Murillo, presidenta del PP madrileñí y lehendakarisa de la Comunidad Autónoma de Madrid.

La señora presidenta, castiza y flamencona donde las haya, se dio ayer una vuelta por el Servicio Regional de Atención a Homosexuales y Transexuales. De eso se han hecho eco todos los medios de comunicación. Y, haciéndose unas risas con la multicolor fauna que estaba en el centro, dijo eso de que ella entiende a los gays a y los transexuales y que, en su momento, ella había estado en desacuerdo con el recurso de inconstitucionalidad que el Partido Popular de las Españas Heterosexuales había presentado contra la Ley de Matrimonios Homosex. Aquí paz y en Chueca (Madrid) y el Gaieixample (Barcelona), gloria y hasta tañido de campanas angélicas y ondear de banderas arco-iris.

En mi caso, paz relativa, amadísimos, globalizados, megaletileonorisofiados y entendientes niños y niñas que me leéis. Desde Andalucía, tío Manolo, fiel defensor de las esencias tradicionales, en términos que no oso reproducir, se manifestó en contra de la salida de Esperanza Aguirre. Sus expresiones al respecto fueron de lo más contundente y políticamente incorrecto que recuerdo. Y a la presidenta madrileña seguro que le zumbaron los oídos un buen rato.

Sin embargo, tras la tempestad viene la calma. Y, en este caso, fue tío Mauricio, desde París, quien, en los más cariñosos y elogiosos términos me elogió la valiente actitud de la presidenta madrileña. Me dijo ese hermano tan –digamos—excéntrico y poco convencional hermano de papá, que él y Marcel (no me preguntéis de quién se trata, pero llevan años juntos) “entendemos que los que entienden entiendan que una que no entiende les entienda”. Tras este trabalenguas más propio de “les mots croissés” del diario Le Monde que de la lógica interna de la lengua castellana (mal que le pese a Bibiana Aído, la neosociolingüista ministra de la Igualdad) he creído comprender que mi querido pariente está como muy a favor de esta epifanía de Esperanza Aguirre. Si, en su momento, Albertito Ruiz-Gallardón, alcalde de la Villa de Madrid, no tuvo empacho ninguno en ser entrevistado por la revista Zero (algo así como el BOE del saraserío, bollerío y transexualismo patrios), la condesa de Murillo no va a ser menos que su intimísimo enemigo y compañero de partido en lo de la comprensión y la tolerancia hacia el gayerío de ambos tres sexos. 

Si, como os tengo comentado más de una vez, pequeñines/as míos/as, se calcula que el 10% de la población española tiene tendencias homosexuales, ya no estamos hablando de una panda de pervertid@s, sino de cuatro millones de votantes y consumidores. Una minoría a la que hay que mimar convenientemente. Que la comprensión hacia los homosexs no sólo la tiene que practicar la izquierda, sino también, --Ruiz-Gallardón fue un adelantado de ello—el centro reformista, antes conocido como derecha.

Hacedme caso. Intentad darle el valor que se merece al gesto de Esperanza Aguirre. Aunque con ello se enoje Ana Botella de Aznar, tan opuesta, mediante ejemplos hortofrutícolas de peras y manzanas, a los matrimonios gaylésbicos. Total, ¿a quién le importa cómo se amen? ¿A quién le importa cómo vivan? Se casarán y se divorciarán. Como en todas partes, claro.
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