La historia comenzó al mediodía cuando unos cien montevideanos se nuclearon espontáneamente, según declararon, para impedir la anunciada manifestiación de activistas argentinos contrarios a la planta de Botnia. Primero el enfrentamiento se dio con unos pocos uruguayos que también se oponen a los emprendimientos pasteros.
Luego llegaron no más de 10 activistas argentinos que fueron corridos –litaralmente- por los uruguayos. Huevazos, escupitajos y empujones marcaron una jornada en la que el conflicto entre Uruguay y Argentina llegó un punto crítico pero previsible. Mientras los gobiernos anuncian el diálogo, militantes de un lado y otro responden con un enfrentamiento físico sin precedentes. La policía protegió a los visitantes y los sacó de la zona, primero escoltándolos y luego en patrullas.
Se había anunciado que la Policía no impediría la manifestación mientras se mantuviera en términos pacíficos. Los argentinos pretendían repatir volantes contra las pasteras pero los uruguayos les impidieron hacerlo.
Lo cierto es que cuando llegaron los asambleístas argentinos a la Plaza Independencia (distante 10 cuadras del puerto de Montevideo) la guardia policial no estaba allí. Sólo un policía de civil estaba custodiando a los argentinos. El primero en llegar fue un ambientalista de Buenos Aires de un grupo de San Telmo, que fue rodeado, insultado y hasta golpeado por una decena de personas que gritaban de forma desaforada: ¡Uruguay! ¡Uruguay!
La confusión de patria en este problema ambiental, muy común en los últimos meses en ambos países, llegó a límites insospechados en la calurosa tarde montevideana, con varios uruguayas portando banderas y camisetas de la selección nacional de fútbol y los equipos de Peñarol y Nacional.
La policía montevideana actuó muy tarde y tuvo que sacar a los asambleístas argentinos del medio de un centenar de enfurecidos uruguayos que insultaban y escupían. Incluso uno de los argentinos fue sacado de la plaza en un taxi ante la ausencia de la guardia policial.
El Canciller Reinaldo Gargano criticó la actitud de los uruguayos pero no fue enfático en condenarlos. Los argentinos hicieron la denuncia por agresiones en la seccional de Ciudad Vieja y se fueron rumbo a su país en barco luego de ser escoltados hasta el puerto por la policía y el cónsul de su país.