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Paradoja

Paradoja

miércoles 10 de septiembre de 2008, 06:53h

El presidente con mayor respaldo electoral de la historia boliviana, se ha convertido paradójicamente, en uno de los presidentes con mayores problemas de gobernabilidad y equilibrio institucional, repitiendo el destino de sus antecesores, que huelga decirlo, no soñaron jamás con la legitimidad electoral con la que cuenta nuestro primer mandatario.

Hoy nueve de septiembre la afirmación cobra una dimensión de elocuencia plena, cuando en cuatro regiones del país, la acción opositora se hace para sí del control de instituciones estratégicas del Estado boliviano. Con un despliegue de movilización ciudadana inédito en estas regiones, con aparatos de enlace y coordinación institucional cívica, con medios de comunicación aliados soportando su acción, con recursos suficientes para sostener su atención logística, los agentes opositores han fracturado al país de manera tácita.

Cuán paradójico es que el Presidente más votado de la historia, no pueda aterrizar en varios lugares de la geografía boliviana, cuan terrible es que el presidente que debiera encarnar el consenso ni pueda tender un solo puente de entendimiento. La reflexión trasciende los números electorales y se enmarca en un contexto de realidad objetiva, dados los últimos acontecimientos. La pregunta salta inmediatamente ¿Qué es lo que está pasando? 

El presidente que encarnaba el descubrimiento del “otro” logró encerrarse en su diferencia, por una miope actitud de defender a ultranza a quienes representa en detrimento de los otros, a los que también se debe. Morales logró tumbar el puente de la “unidad en la diversidad”, por una exacerbación inútil de la diferencia, provocando el pretexto cómplice de los partidarios de la reacción y el status quo, amplificando la misma acción a su favor. Para muestra sólo un botón: Con su accionar logró frenar y banalizar años de avance en la investigación, denuncia y acción legal en las temática de tierra y situación laboral de los campesinos del oriente y Chaco bolivianos. Si hasta el “cándido” del Cardenal Terrazas pidió “pruebas” de las formas de esclavitud en dichas zonas, negando una verdad que se caía de madura y que ahora será difícil de reposicionar en el imaginario social y sensible, pero lo que es más grave en la acción legal institucional. El irresponsable manejo del discurso “revolucionario”, a veces se convierte en la herramienta más útil para el discurso “reaccionario”.   

El presidente soldado que llega a la capitanía general de las fuerzas armadas, que ha logrado cohesionar con la otorgación de roles fundamentales para el accionar institución, hoy es testigo del descalabro del reconocimiento institucional a las FFAA y la Policía de parte de la sociedad (al menos en las regiones del conflicto). Los celosos guardianes de los recursos naturales, de la soberanía, del equilibrio ecológico y del proceso de cambio, que han sido también “beneficiados” (por decir algo) con el “solidario” aporte de cierto país de infinito excedente petrolero; siente en su honor la terrible fractura entre su institución y su sociedad. Son muchas las situaciones en los que han debido desarmarse y “dar un paso al costado” para escapar de la violenta acción social opositora que identifica en su uniforme a un cómplice del desvío de un proceso que debía encabezar un cambio de verdad de manera incluyente y para todos los bolivianos. Sin emitir ningún juicio de valor a la premisa, la crisis institucional y el criterio de respeto a la autoridad, se encuentran hoy en tela de juicio.  

El presidente bloqueador se encuentra bloqueado por su característica de hacerlo todo “a su modo” y su modo sindicalista hoy lo enfrenta con los valores fundamentales de la democracia, esa que lo hizo presidente y que se constituye en el escenario donde debe resolver los problemas. La tozuda acción de fuerza y de polarización, es incapaz de posibilitar un escenario de diálogo de tipo incluyente que demanda de su actitud una señal de Estadista, lejos de la del Dirigente Sindical con la que nos ha acostumbrado hasta ahora. Negar la aspiración autonómica y reducirla a simplemente ser un discurso de cuatro familias, es no entender la historia y su acumulación; pero meterse con los cheques de la renta petrolera o con las denominadas “sagradas regalías”, es cometer grueso error de comprensión con una dimensión regional de la sociedad que existe, así ésta no comulgue con su idea fundamental. Políticamente ese error puede costar muy caro y beneficiar de manera directa a su detractores, sea esto justo o no.

La acción directa (con su correlato de saqueos y de violencia desmedida), que fue madurando desde hace varios años con la denuncia a un Estado excluyente y que encontró en Morales a uno de los activistas mayores para el desconocimiento institucional de esos mecanismos y dinámicas, paradójicamente, lo vuelve a encontrar “del otro lado del escritorio” soportando las acciones de hecho como forma de protesta y de reacción a sus postulados de cambio. Lo grave es que los cercos al Congreso y la presión social inducida, como mecanismo populista de legitimación social (utilizada desde el Palacio de Gobierno), se convierten también en un enemigo fundamental, cuando son aplicados por sus adversarios, tal como ocurrió el día de hoy en Santa Cruz y otras ciudades. Es importante recordar que el argumento del “golpe civil”, fue utilizado también por los anteriores presidentes de la etapa democrática reciente.  

Un sólo gesto que parta sólo de él, bastará para entablar un escenario de diálogo y pacificación, pero sabemos también que resultará una paradoja, que un sólo gesto que parta sólo de él, puede llegar al extremo del enfrentamiento fratricida.
Dios no lo permita. 

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