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Respeto democrático para Bermejo

sábado 10 de febrero de 2007, 18:50h

El fiscal Mariano Fernández Bermejo sustituirá a Juan Fernando López Aguilar al frente del Ministerio de Justicia. Esta decisión corresponde al presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, y no al partido de la oposición, tampoco al PSOE  ni a ninguno de los que, antes de su nombramiento oficial y toma de posesión, le han puesto verde porque es muy malo, de izquierdas, radical y no sé cuántas apreciaciones más; todas bastante subjetivas.

La primera sensación que me ha producido todo este debate es que los críticos con todo lo que hace Zapatero han entrado al trapo, como toros resabiados, a la filtración interesada en  anticipar el nombre del que llevará la cartera del ya ex ministro que se marcha a Canarias a intentar hacerse con la Presidencia de esa comunidad. Se podría haber anunciado su designación después de ser nombrado en el Consejo de Ministros, pero han preferido provocar al PP y demás partidarios de la estrategia de esta formación, calentita por sus enfrentamientos con Zapatero en la lucha contra ETA, que ha conseguido salir en los telediarios últimamente más que el hombre del tiempo, que anuncia inclemencias e inestabilidad como en el tablero del juego político.

Unos dicen que es de izquierdas y radical,  y  más de uno le recuerda que en la etapa de Aznar afirmó que algunos de los que gobernaban entonces, no sólo la política, eran hijos de los que nos habían jodido la infancia y la juventud con tanta Formación del Espíritu Nacional. Dice mi padre, que sufrió a los que le jodieron la vida por haber nacido en una familia republicana, que le suena lo de la  derecha y la izquierda,  aunque no termina de entender qué es eso del centro -quizás una expresión que sirve para desdibujar las ideologías-, y también que, en la etapa de Aznar, a la que se refería Bermejo, todo estaba muy revuelto con la guerra de Irak y la Ley de Partidos. Le duele acordarse de que, entonces, los que  no eran capaces de entender la sabiduría del entonces gran amigo del Bush belicoso y extravagante pasaban  a ser pancarteros, tontos útiles o cómplices  de los terroristas. Todos han dicho de Bermejo cosas que me escandalizan, incluso las de los que le alaban.

No me extraña porque la clase política, y sus colaboradores necesarios, dibuja, con sus actuaciones, un panorama en el que sólo se puede ser partidario fiel o detractor odioso del PP o del PSOE. Mi única intención es empezar a opinar sobre el nuevo ministro de Justicia a partir de que ponga en marcha sus primeras medidas. Hará cosas que me agraden, otras quizá no,  y otras muchas pasarán sin pena ni gloria. Hasta que llegue ese momento, me gustaría solicitar  respeto a la decisión democrática de Zapatero de poner a Bermejo para que normalice la lenta justicia española -por lo tanto injusta-, por mucho que a muchos les gustaría que este fiscal no fuese el elegido y que se contase con ellos para elegir. Para eso, no sólo hay que ganar las elecciones sino que después hay que ser elegido, por el Congreso de los Diputados,  presidente del Ejecutivo español. Los que piden respeto para sus posiciones no pueden ahora aplicar la crítica preventiva, ni tampoco los que saben de la tensión del momento pueden jugar a echar petardos en la chimenea del salón. Sólo respetando se puede conseguir el respeto de los demás.

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