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Una crisis de muchos significados

Una crisis de muchos significados

martes 23 de septiembre de 2008, 02:13h
Dejados atrás los viva Chile y el clima dieciochero -virtual amnesia colectiva-, la fronda de acontecimientos nacionales y globales que pusimos en hibernación vuelven para atropellarnos. Los hay, como en las boticas, de todos los gustos y colores.

Primero, aunque el crac de la economía mundial sigue expresándose esencialmente en inglés, sus efectos nos damnifican, en especial a los trabajadores chilenos. Esto, porque gracias a un Piñera pinochetista de triste memoria y a las AFP, sus fondos previsionales comenzaron a ser derivados a la meca del lucro. Los metieron a las patas de los caballos que hoy corren azorados en esta séptima crisis cíclica del sistema capitalista. Y según lo vienen repitiendo sostenidamente nuestros economistas Hugo Fazio y Manuel Riesco, al 24 de agosto del presente año esos fondos previsionales ya habían perdido la estratosférica suma de 14 mil 468 millones de dólares. No serán los últimos si nuestros asalariados y sus organizaciones continúan aceptando esta sangría.

Pero la catastrófica crisis del sistema no sólo tiene a Wall Street por epicentro. Sus réplicas llegan a todos los centros financieros del G8. Una mayoría de analistas compiten en calificarla de terremoto, ciclón o tsunami, de cuyos efectos nadie se salva  Otros, más benevolentes tratan de esconder su dimensión porque la definen como un “thriller financiero” o un pernicioso efecto de “activos tóxicos que asfixian a bancos y bolsas”. Hay que añadir a estos benevolentes  a tantos ministros de Hacienda latinoamericanos como el de México, Agustín Carsten, y el chileno Andrés Velasco. Ambos, graduados en Harvard, desde hace meses y semanas  rejuran que las economías nacionales no serán dañadas pues están bien blindadas y las han medicinado con purgantes anticíclicos.

La crisis ha convertido a Bush en vulgar salvavidas u hojalatero, quien el sábado autorizó meterle otros 700 mil millones de billetes verdes al forado. El equivalente al costo de dos años de su guerra contra Irak. Por esto de dispensar valium, respiración de boca a boca a un sistema que apenas aletea, también lo ha rebajado de una suerte de pope del libre comercio a virtual capo de un “socialismo de mercado”, lo que mantiene escandalizados a su partido, el Republicano, y a ciertos analistas. ¿Socialismo? Sí, socializador de las pérdidas de los ricos que ahora deberán pagar todos los contribuyentes norteamericanos.

Esta desesperada intervención de la elite neoliberal estadounidense al sistema capitalista realmente existente, es demostración de que las recetas de su modalidad monetarista o financiera  colapsaron. Ya se fueron al tacho de la basura sus dogmas sagrados con que infectaron toda la economía mundial. Su corrupción especulativa, jugar a la obtención de lucros máximos  con papeles de deudas a futuro, con los sub primes y otras cartas marcadas, convirtieron las bolsas en virtuales casinos a cargo de elegantes mafiosos.

Milton Friedman, sus Chicago boys como Sergio de Castro y Álvaro Bardon, la Thatcher, los ejecutivos del Banco Mundial, del FMI y de la OMC, la Casa Blanca en cuanto paladín del libre mercado, vivos o muertos y en patota, ya no saben dónde meter sus axiomas. Luis Ignacio Lula da Silva, sólo refiriéndose a los bancos, comentó el domingo que éstos se atropellaban diciéndonos “qué debíamos o no hacer; hoy están quebrados”. No se jugaron “por la libre circulación del capital, la generación de empleos y riqueza, sino por la especulación. Transformaron algunos sectores del sector financiero en casinos. Y ahora perdieron en esa ruleta”.

Y mientras en Estados Unidos las lumbreras periodísticas y los analistas enmudecían, la crisis elevó a un primer plano mediático a  nuevas plumas. “Estimado Estados Unidos, ¡bienvenido al Tercer Mundo!”, tituló su columna  Rosa Brooks en Los Angeles Time. Y le recomienda al FMI que no se sienta avergonzado por haber recomendado a Argentina, Indonesia, Sudán y otros países, medidas como las que ahora tienen a Estados Unidos sumido en una crisis de dimensión inenarrable. Y para que no queden dudas, añade la articulista dirigiéndose al mismo FMI: “Tus políticas de desregulación –irresponsable en sectores críticos- te permitieron desarrollar rápidamente una crisis energética, una crisis de vivienda, una crisis de desempleo, una crisis de crédito y una crisis del mercado financiero, todo a la misma vez, acompañado de (y parcialmente causado por) niveles impresionantes de corrupción y especulación”.

Nicholas Kristof, columnista del New York Times, criticando a quienes sindica como autores de la actual debacle, lo ejemplifica en Richard Fuld, ejecutivo en jefe de Lehman Brothers, el banco de inversiones quebrado hace una semana. Escribe que ganó casi 500 millones de dólares en los últimos años hasta el 2006, y que en el 2007 sus ingresos personales bajaron a sólo 45 millones. “Esto equivale, aproximadamente,  a 17 mil dólares la hora para destruir una empresa”.

A casi mes y medio de sus elecciones presidenciales, afirma el periodista David Brooks, “Estados Unidos está sufriendo también una crisis de identidad”. Cabría añadirle a quienes siguen esforzándose por adecentar, quitarle arrugas, ponerle silicona al vetusto sistema económico neoliberal, que esos esfuerzos ya no tienen caso…!

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Guillermo Ravest
Periodista
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