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¿Estamos locos o qué?

El cachondeo de nuestra Ley del Menor

El cachondeo de nuestra Ley del Menor

martes 26 de enero de 2010, 12:37h
 

No tengo hijos pero estoy acostumbrada desde siempre a estar rodeada de niños pequeños. Primero porque me gustan (los encuentro divertidos) y segundo porque muchos de mis amigos los tienen y cuando esto sucede, no te queda más remedio que hacer planes con niños aunque tú no los tengas (tampoco es cuestión de dejar de ser amiga de tu amiga del alma porque tenga tres hijos en cuatro años).

El caso es que creo que conozco bastante bien el comportamiento de los enanos y sus actitudes en sus diferentes etapas de la niñez. En un niño prácticamente todo es perdonable. Es más, a veces cuesta trabajo mantenerse firme y no reírse cuando hacen una trastada y hay que castigarlos por sus fechorías. Y aquí está el tema; castigarlos cuando hacen algo mal. El hijo de un amigo el otro día se quedó dos horas sentado después de romper un cristal en la piscina comunitaria. El hecho en sí no es grave, se paga y ya está. Pero el niño tiene que entender que lo que ha hecho merece ser castigado. De lo contrario crecerá creyendo que puede campar a sus anchas.

Es muy probable que El Rafita (que manda bemoles el apodo) no sufriera nunca el castigo de sus padres ante ninguna de las fechorías que, seguramente cometió siendo niño. El caso es que esta rata de alcantarilla (lo siento pero no encuentro otro nombre que mejor lo defina) a sus “inocentes” catorce años violó, atropelló reiteradamente con un coche y quemó viva a Sandra Palo. Y con esta ley del Menor tan absurda como ineficaz que tenemos y que lo único que hace es plantear cosas que cuando se dicen suenan bien, el niñato está en la calle desde hace tiempo y desde ayer, en libertad plena.

No hace falta ser madre para imaginar el profundo dolor que tuvo que sentir la madre de Sandra cuando supo de la muerte de su hija y, sobre todo, cuando supo de los detalles de la misma. Pienso muchas veces en ella y me pasan escalofríos por el cuerpo. Especialmente porque Sandra era una niña con deficiencias y estoy convencida de que su madre la quiso más que a un hijo normal (estas cosas siempre pasan así).

Sé que el juez no tiene la culpa. Está aplicando la Ley del Menor. Entonces miro a los responsables de estas leyes y me pregunto si no nos estaremos pasando de modernos y no nos estaremos yendo para el otro lado dónde, por no traumatizar al niño, lo estamos convirtiendo en un verdadero monstruo capaz de asesinar con premeditación y ensañamiento.

El tal Rafita es chulesco, se cree un estrella de los medios de comunicación y muy probablemente tenga ya interiorizado que la justicia en España es un cachondeo y que, aunque delinca, no va a estar mucho tiempo en prisión. ¿Hacemos apuestas? Vamos a ver cuánto tiempo pasa hasta que este tipejo vuelva a campar por sus fueros. Pero que tenga cuidado, ahora ya es mayor de edad y las penas no serán tan benévolas. Claro que si se porta bien, hace cursos en prisión y todas esas cosas, se le reducirá la condena.

De verdad pienso que a veces los que hacen las leyes viven en otro planeta. De lo contrario, no me lo explico.

PD. Para la madre de Sandra: somos muchos los que te apoyamos, no pierdas la esperanza y no dejes nunca de luchar.
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