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Agujeros

viernes 03 de febrero de 2023, 09:01h

Han tenido que pasar cuatro meses para que en Moncloa hayan comenzado a pensar en enmendar un error jurídico como la copa de un pino, el de la promulgación como sea y a costa de lo que sea, de la llamada Ley del “Sólo sí es sí”. Con ella, las mujeres españolas iban a estar superprotegidas legalmente, los agresores sexuales iban a huir despavoridos al otro lado del mundo. Las “chicas de oro” del Ministerio de Igualdad iban a ser ya canonizadas por la nueva religión progresista, comunista, sanchista, ecologista y feminista. Pero resulta que el tiro del gobierno en pleno–no solo de Irene Montero, porque la iniciativa tenía el visto bueno del Consejo de Ministros, y luego fue secundada con sus votos por buena parte del Congreso de los Diputados (PSOE, Unidas Podemos, ERC, Bildu y el resto de socios parlamentarios del gobierno, más Ciudadanos)–, salió por la culata desde el primer minuto.

Pero son ya cerca de 400 los condenados por abusos sexuales, violaciones y demás delitos de este jaez, que ya se han visto beneficiados en la reducción de sus penas por la aplicación de la nueva ley. Varias decenas de ellos, incluso están ya en la calle. El ataque de “soberbia infantil” (la calificación es de Manuela Carmena), el enrocamiento leninista de la cúpula del Ministerio de Igualdad en torno a su gran lideresa, Irene Montero, no ha tenido ni una sola fisura. Todas al contraataque de los medios fascistas y machistas, contra el electorado de extrema derecha, es decir, de todo aquel ciudadano que critica públicamente -en la esquina, en el metro, en el bar….-, cualquier decisión surgida del seno ministerial o gubernamental.

Ni siquiera esas risas desafortunadas, extemporáneas e irrespetuosas con las víctimas de abusos -por ser bondadoso-, de la Secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez Pam, en un acto público, han hecho doblegar la voluntad de la cúpula de Igualdad. Han retorcido argumentos hasta rozar el esperpento. El asunto era “una mala interpretación de la ley por parte de los jueces” o incluso de su criterio “machista”. Esperaban ilusos al pronunciamiento del Tribunal Supremo para ver si este echaba una mano al ejecutivo sentando jurisprudencia en su favor. Pero la sala correspondiente del mismo se pronunció inequívocamente en el sentido de que es “obligatorio” rebajar la pena en aquellos casos en los que la Ley del “Sólo sí es sí” sea más favorable para el agresor.

Pero parece que, con mayor o menor consenso con la parte podemita del gobierno -en la otra, la sanchista, no hay quien le rechiste, por la cuenta que les tiene, claro–, Pedro Sánchez no está dispuesto a sufrir aún más el desgaste electoral que le está suponiendo también a su propio partido lo de “sostenella y no enmendalla” y está dispuesto a hacer algún arreglillo legal que le permita paliar en lo posible los efectos perniciosos de la aplicación de esta ley, que le está dando muchas más noches sin sueño que aquel teórico matrimonio de conveniencia con Pablo Iglesias poco antes de celebrarse las elecciones que le han llevado a la presidencia del gobierno

Siendo más que grave esa inacción que ha supuesto el agujero legal en la situación de todas las mujeres víctimas de acoso sexual que ahora de nuevo tienen que enfrentarse a la ansiedad y al peligro de las represalias por parte de sus acosadores, hay otro agujero aún más grande y mucho me temo que irreparable.

No nos engañemos. El cambio de postura de Moncloa no es tanto por intentar que la mancha del desastre legal, rebajas de pena y excarcelaciones incluidas, se extienda como la pólvora. No es la causa última que va a mover al ejecutivo para el “perfeccionamiento” –el término es suyo-, de la Ley del “Sólo sí es sí”, sino más bien paliar el desastre electoral que se les viene encima como consecuencia de su soberbia, su sinrazón, su estulticia y su estalinismo de libro. Ni un paso atrás porque, de otra forma, ¿cómo vamos a seguir argumentando que es absolutamente necesario mantener un Ministerio de Igualdad?. En otras palabras, que es la ideología la que sostiene una Ley como la del “Sólo sí es sí”, técnicamente deplorable y legalmente deleznable a juzgar por las consecuencias inmediatas que está trayendo a las mujeres violadas o abusadas. Estas importan menos que la permanencia de un ministerio que mira más por mantener los altos salarios de su Ministra, Secretaria de Estado y demás altas funcionarias que por la protección de las mujeres a quienes dice defender.

¡Cuatro meses sin que la cúpula del Ministerio de Igualdad haya hecho el más ligero intento de dimitir! O que el Presidente Sánchez cese a sus máximas responsables. Solo ahora, -repito, con más de 300 beneficiados por este esperpento legal-, se va a hacer algo. El agujero legal podrá disimularse de aquí en adelante. A los beneficiados por la aplicación de la ley actual no se les puede volver a la pena anterior ni a volver a la cárcel si no reinciden. Pero es aún mucho mayor el indeleble agujero ético, moral y de desconfianza que la actitud del gobierno deja entre los ciudadanos de a pie. Hay cosas que no se pueden ni se deben olvidar.

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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