Muchos de los 250.000 documentos son considerados secretos y buena parte de ella revela el giro que la Administración
Obama dio a la política exterior estadounidense, ya que fueron emitidos a partir del pasado mes de febrero.
Entre los asuntos más espinosos destacan las instrucciones que la Administración Obama dio a sus diplomáticos para que ejercieran de espías y recolectaran información de personas en el extranjero y en la ONU. El departamento de Estado habría pedido a su personal diplomático y consular que obtuviera desde datos de las tarjetas de crédito y horarios de trabajo de otros mandatarios o políticos, tanto aliados como "enemigos", hasta huellas dactilares, ADN, la frecuencia de sus vuelos o detalles sobre sus vehículos. Adicionalmente se requerían las contraseñas y llaves encriptadas de acceso a los sistemas informáticos de los mandatarios de la ONU. Los cables reflejan la presión árabe para atacar a Irán y el espionaje a la ONU.
De los datos filtrados también se deducen las opiniones vertidas sobre las "debilidades" de algunos dirigentes europeos. Del primer ministro italiano,
Silvio Berlusconi, se habla extensamente de sus "fiestas salvajes"; el presidente francés,
Nicolas Sarkozy, es descalificado como "el emperador desnudo", y la canciller alemana,
Angela Merkel, es descrita como líder de "teflón" y "política de no mucha imaginación y con aversión al riesgo".
De los documentos se deduce que Obama se inclina más hacia Asia que hacia la Unión Europea. Entre las reacciones vertidas sobre estas filtraciones figura la de Reino Unido, que las condena, ya que en ellas habría críticas a
Brown y
Cameron, pero asegura que su buena relación con EEUU "continuará".
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