Desde que la crisis económica atacara de lleno al sector editorial y periodístico, han sido más de una quincena de periódicos en todo el mundo los que se han visto obligados a eliminar su edición impresa y continuar informando a través de la red.
Todos los continentes se han visto afectados. Muchos de ellos son los periódicos locales más antiguos de sus respectivas zonas. Otras publicaciones son revistas que han tenido que migrar al nuevo soporte para sobrevivir y seguir haciendo lo que más les gusta hacer: informar.
Journal do Brasil ha sido el último de todos. Dejó de imprimirse el pasado 1 de septiembre. Llevaba en las calles de Río de Janeiro desde 1891, y ha pasado a cobrar
5,9 dólares a todos los usuarios por acceder a su edición digital. En América Latina también hay casos como este,
El Nuevo Siglo de Guadalajara (México), que, aunque sólo llevaba informando desde el año 2000 y que en solo cuatro años pasó a tener una periodicidad semanal, ha termiando por eliminar su edición impresa para convertirse en un
periódico digital.
Y la razón es la de siempre: el papel es caro. No hay inversión publicitaria suficiente que permita cubrir los gastos de impresión y distribución, los más caros de todo el proceso de producción de un periódico. Y, como es natural, tampoco hay recursos económicos disponibles para pagar a todo el personal. Así que los empresarios optan por reducir sus plantillas, eliminar el papel y cobrar por contenidos en las ediciones digitales. Un modelo de negocio más que añadir a la lista.
Otro de los periódicos que ha cerrado su edición impresa es '
The Ann Arbor'. Tenía 174 años y se editaba en Michigan hasta que llegó julio y eliminó su
edición en papel. Este periódico estadounidense siguió los pasos de uno de los diarios de
William Randolph Hearst, el ‘
Seattle Post-Intelligencer’ con
146 años de vida. Otro caso, también en Estados Unidos, pero esta vez en Kansas, el periódico regional
Kansas City Kansan que llevaba informando desde hace 87 años.
Ya en la Unión Eropea se puede hablar del periódico sueco Post Och Inrikes Tidningar, que inició su
andadura periodística en el año 1645 y que dejó de editarse en papel el 1 de enero de 2007. Otro caso: Press Gazette, una publicación mensual inglesa de 43 años, que tuvo que ceñirse a la edición impresa al ver cómo sus pérdidas se
incrementaban en la edición de papel. En España, el periódico de clasificados
Segundamano, que llevaba 30 años informando, sólo se puede consultar ahora en la Red.
Estas referencias son sólo una pequeña pincelada de la crisis económica que sufren las grandes empresas periodísticas, y que, por no ganar tanto como lo hacían en épocas de bonanza económica, cierran ediciones impresas, realizan Expedientes de Regualción de Empleo (ERE) o inventan nuevas formas de financiación que les permitan sobrevivir.
De hecho, The New York Times
ha sido el último en augurar el fin de su papel, de su edición impresa. Y, aunque no hay fecha concreta, se estima que será en 2012. Como ésta, hay otras fórumlas que permiten a los medios a sobrevivir. Un ejemplo, lo que ha hecho el periódico
The Times, de
Rupert Murdoch. Seguir con su edición impresa y cobrar a los usuarios por sus contenidos en la red. Todo para no hundir su barco en un mar de tempestades. Le han llovido críticas, desde luego, y
The Guardian, recibió a los usuarios que se negaban a pagar por la información de Murdoch de la siguiente manera: "
Sentimos mucho que usted se despertara y descubriera que ya no podía leer su periódico en línea sin tarjeta de crédito, sentimos su dolor". Y les invitaba a leer su edición.
Lo bueno de esto es que, en épocas de crisis, aumenta la creatividad y los responsabiles de los peridódicos consiguen idear nuevos métodos. También emergen nuevos medios, se crean nuevas comunidades y los lectores, lo más importante de todo este proceso, tiene mayor número de posibilidades de estar informado.
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