Dice Llamazares, y no dice bien, que en esta jornada electoral ha perdido la democracia en general y a IU en particular le ha arrastrado el ‘tsunami bipartidista’. No dice bien, como decimos, porque en todo caso España se mantiene en los baremos que se establecieron tras las elecciones constituyentes: dos fuerzas políticas que se alternan, pero con dos posibilidades: mayoría absoluta o concurso de varias fuerzas políticas apoyando a la minoría mayoritaria. A eso se le ha dado en llamar ‘bipartidismo imperfecto’ Y este 9 de marzo ha vuelto a ocurrir lo mismo, aunque con algunos matices muy interesantes de destacar.
Primero, que quien más avanza electoralmente es el PP, que acorta distancias respecto al PSOE. Pero no nos engañemos: la derrota del PP es tan total como lo es la victoria del PSOE. El objetivo de Rajoy era derrotar electoralmente a Zapatero y sacarlo del poder. No lo ha conseguido. El objetivo de Zapatero era mantenerse en el poder. Lo ha conseguido.
Segundo, que los ‘socios’ de Zapatero en la anterior legislatura –ERC e IU- se hunden, pero mucho más ERC: los dos pierden grupo parlamentario, pero los republicanos catalanistas pierden cinco escaños y casi 400.000 votos de los 652.000 que tuvieron. El desastre es total, y una lectura interesada diría que lo que se ha votado negativamente en estas elecciones es la ‘gran coalición’ PSOE-ERC-IU; es decir, el ‘tripartito’ que tantos sinsabores ha dado.
Tercero, que los nacionalistas como PNV y CiU mantienen más o menos el tipo en cuanto a escaños –una pérdida de uno en el caso vasco, si acaso-, pero, no obstante, pierden apoyo de electorales y en cantidades considerables. Y en el caso vasco, además, hay que explicar que junto al descenso electoral del PNV haya desaparecido del Parlamento Eusko Alkartasuna. Es un elemento para reflexionar, como también lo es que Coalición Canaria también pierda la mayoría de sus apoyos y de sus escaños. Aunque en este caso es más explicable: su ruptura en las islas y la aparición de nueva fuerza política, Nueva Canaria. También es explicable que la Chunta Aragonesista desaparezca del Parlamento.
Cuarto, que, dado todo lo anterior, ya no viene a cuento el ‘gobierno de coalición de izquierdas’ propugnado por Llamazares, porque los dos escaños de IU sólo contarían si Zapatero, para formar Gobierno, se decantara por una amalgama de votos que englobara a IU, BNG, CC, Nab-Bai y la UPyD de la ‘díscola’ Rosa Díez, que entra como nueva fuerza parlamentaria.
Quinto, que, por tanto, parece que la opción más razonable que se le abre a Zapatero es la de pactar con Convergencia i Unió, la cual por sí sola le garantiza la estabilidad parlamentaria, igual que tras las elecciones de 1993 se la garantizó al último gobierno socialista de Felipe González. Ahora bien, recordemos que el ‘tripartito’ gobierna en Cataluña a costa de Artur Mas y los nacionalistas dicen que una cosa tiene correspondencia con la otra. Además, ahí está el desarrollo del Estatut, uno de los grandes caballos de batalla –y de crispación- de la legislatura ya finalizada.
Sexto: ahora se abren las grandes incógnitas intrapartidistas. Llamazares ya ha anunciado que se va. ¿Qué hará Mariano Rajoy? ¿Qué hará el tándem Carod-Rovira/Puigcercós en ERC? ¿Qué pasará en EA, volverá al redil del PNV? Demasiadas incógnitas que iremos despejando en los próximos días.
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