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Galicia: estabilidad con los ojos en el 2009

Galicia: estabilidad con los ojos en el 2009

domingo 09 de marzo de 2008, 22:49h
El PP sigue siendo la fuerza más votada en el conjunto de la comunidad autónoma, pese a la bajada en número de votos con respeto a 2004, pero le ha sacado 50.000 votos más a los socialistas. Ha aguantado el tirón, si bien sólo en la provincia de Ourense (feudo de José Manuel Baltar, el último de los caciques del PP gallego, pasado con armas y bagajes al liderazgo de Alberto Núñez Feijóo) ha cedido un escaño en beneficio del PSOE. Lo que empezó como un sondeo de urgencia encargado por la TV de Galicia, emitido a las 20:05 horas, se ha demostrado, escrutinio mediante, como el resultado de la jornada electoral. Eso en cuanto a los escaños de diputado en juego. El escrutinio para el senado es bastante más complicado pero acabará cuadrando con los resultados del Congreso.

El Bloque Nacionalista Galego tercero en discordia en estos comicios, estuvo, según el sondeo citado, a punto de perder su actual escaño por A Coruña, provincia que, además, por ajuste de población, en estos comicios perdía un escaño. No ha sido así. El PPdG mantiene once diputados (A Coruña, 4; Pontevedra, 3; Lugo, 2 y Ourense 2). Sigue el PSdG-PSOE con diez diputados (3 por A Coruña, dos por Lugo; dos por Ourense y otros tres por Pontevedra). Y BNG que resiste meritoriamente y mantiene sus escaños por A Coruña y Pontevedra.

La estabilidad gallega es un hecho y no sólo imputable al tradicional conservadurismo existencial del electorado. La existencia de un gobierno de coalición en la Xunta, el bipartito (para muchos, bipolar) le ha sido electoralmente más útil al PSdG-PSOE de Pérez Touriño que al BNG de Anxo Quintana. Los nacionalistas mantienen su suelo electoral de hace cuatro años y el ansiado sorpasso con toques de Obama (Yes we can, podemos facelo) utilizado hasta la saciedad por Quintana en la campaña pasa a los archivos de frases y argumentos curiosos, pasto de hemerotecas y de trituradora de papeles.

Ciertamente, la celebración de estas elecciones generales, a quince meses vista de las autonómicas de junio de 2009, van a condicionar la vida política gallega. El bipartito vuelve a contar con un Gobierno amigo en Madrid. El BNG, al no obtener los socialistas la mayoría absoluta, podrá, como lo ha hecho durante estos cuatro últimos años, chalanear trasferencias y, con ello, intentar apuntarse el tanto de ser decisivos en Madrid. Pero nada más.

El PPdG, por su parte, deberá seguir las líneas y el ritmo que le marquen desde la dirección nacional. Y hasta es muy posible que su líder, Núñez Feijóo, se vea obligado a liquidar las últimas briznas de galleguismo que le quedan desde la era de Manuel Fraga. Mande quien mande en la calle Génova, el PP gallego será sólo una pieza más en el trabajo de oposición implacable que el núcleo duro de los populares tiene previsto para la nueva legislatura. El escrutinio de hoy ha vuelto a repartir papeles idénticos a los de hace cuatro años. Las espadas siguen en alto y nadie, comenzando por el PP (con o sin  Mariano Rajoy), está interesado en bajarlas.
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