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La cabeza de Fran Llorente

viernes 15 de enero de 2010, 10:15h
Desde el Partido Popular se pide, a bombo y platillo, la cabeza de Fran Llorente. Que, por si usted no lo sabe, es el director de los servicios informativos de Televisión Española. Dice el PP que en un informativo de TVE equivocaron dos imágenes, una que atribuyeron al desastre de Haití y era, en realidad, una tormenta en Venecia en 2007 y una riada en el estado norteamericano de Maine, confundida con otra en Ciudad Real. La presentadora del Telediario reconoció los errores, pidió disculpas y ahí acabó todo, o eso me parecía a mí. Pienso que equivocaciones de este género, e incluso de mucha mayor trascendencia, tenemos todos los que nos desempeñamos cotidianamente en los medios, audiovisuales, escritos o digitales: va con la locura de la urgencia impuesta por la profesión que maneja la actualidad. Sin embargo, el PP dice, en tono bastante furibundo, que alguien tiene que dimitir ante este caso “inaceptable”. O sea, Fran Llorente.

Pienso que Llorente, con quien apenas he mantenido relación profesional ni personal, es un periodista íntegro, que ha hecho de los informativos de la cadena pública algo creíble, ajeno a presiones de unos y otros -de ahí pueden venirle muchos males-. No se casa con nadie, me parece, y eso nunca es saludable para un periodista, y menos cuando estás al frente de la información de un ente tan poderoso como es la televisión estatal, sobre todo ahora que está subiendo la audiencia gracias a la falta de publicidad.

Me sorprende que el principal partido de oposición deambule por estos derroteros, tan insignificantes. Llorente no es más -y nada menos- que un periodista, que me parece que debe consumir la mayor parte de su tiempo quitándose de encima a cuantos quieren presionarle. Pienso que, así, tan arisco, no puede ser grato ni al Gobierno -ue, por supuesto, también presiona lo suyo- ni a la oposición. Confío en que el nuevo presidente de la casa, Alberto Oliart, lo defienda a capa y espada. Otra cosa sería acaso un paso más en el intento, que me parece obvio, de desactivar la televisión pública, ahora que las privadas se unen en pactos a veces ‘contra natura’ en busca de rentabilidades o supervivencia.

Creo que, con la que está cayendo, con la descoordinación que muestra el Ejecutivo de Zapatero en esta andadura inicial como presidente de la UE, el PP debería poner el catalejo en otras cosas de mayor alcance. No en un error -bueno, dos errores- en las imágenes de una catástrofe. O en si Zapatero debería o no aceptar una invitación de Obama para ir a rezar a Washington, él, que es un laico; pues claro que tiene que aceptar la invitación y rezar lo que sea preciso, que el rezo es lenguaje universal, incluso para los que han hecho del laicismo una forma de religión.

Así, me parece que andamos siempre, los unos y los otros, sumidos en el detalle y no en los grandes fenómenos: a mí me parece muy bien que Zapatero rece con Obama y que, en cambio, no le siga tanto en todo lo que el presidente norteamericano dice, especialmente cuando nuestro ZP lo interpreta mal, como acaba de ocurrir con el impuesto especial a la banca; pero de esto la oposición ni parece haberse enterado, y mira que el asunto tiene enjundia.

De la misma manera que afirmo que me parece muy bien cómo están informando para la televisión pública -y meritorio esfuerzo también el de algunas privadas, por cierto- sobre los horrores de Haití. ¿De verdad hay que hacer una cuestión de Estado por un error que se cuela en las imágenes de la tele pública? ¿Solucionamos tanto dislate informativo y desinformativo como estamos viendo cada día en todas partes, tantas veces por inducción de los mismísimos poderes públicos, cortándole la cabeza a Fran Llorente? Vamos, anda. 
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